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18 DE DELMARK. Por CAYETANO LÓPEZ RUEDA

Como complemento a la entrevista a Bob Koester, propietario y fundador de Delmark Records, Cayetano López Rueda selecciona y comenta dieciocho títulos (nueve de blues y nueve de jazz) imprescindibles del sello de Chicago.




   


Robert Nighthawk: Bricks In My Pillow (Delmark DD-711)

Uno de los mayores aciertos de Delmark ha sido la recuperación de auténticas joyas de los archivos de otros sellos. La más afortunada es la serie de reediciones de los sellos United y States, parte esencial de la gestación del peculiar estilo del blues de Chicago.

Casi todos los títulos de la serie son indispensables, pero si hay uno de especial trascendencia es este Bricks In My Pillow (DD-711) de un renacido Robert Nighthawk, que ya había sido una de las grandes figuras del blues de preguerra grabando para Bluebird bajo el nombre de Robert Lee McCoy.

Registrado a principios de los cincuenta, con su exquisita técnica de slide –que rivaliza con la de Muddy Waters e influirá entre otros en Earl Hooker– y la suavidad de su voz, firma temas tan impresionantes como “The Moon Is Rising” o “You Missed A Good Man”, que le muestran como uno de los creadores del sonido que marcará buena parte de la producción del legendario sello Chess en esta década dorada para el blues.


Big Joe Williams: Blues On Highway 49 (Delmark DD-604)

Aunque sólo fuera por el ramillete de discos que Koester grabó a Big Joe Williams coincidiendo con los inicios de Delmark en St. Louis a finales de los cincuenta y más tarde en Chicago a comienzos de los sesenta, este sello ya se merecería un lugar de honor en el panteón de la historia del blues. Los discos de Williams forman parte esencial del inicio del revival del country blues, por el que figuras legendarias que permanecían en el olvido volvieron a grabar prolíficamente, o incluso en algunos casos como el de Fred McDowell o Robert Pete Williams, fueron registrados por vez primera.

Big Joe Williams fue uno de los verdaderos gigantes del blues del Delta, y se hace difícil destacar alguno de estos discos. Todos ellos son excelentes: en las sesiones de St. Louis está perfectamente secundado por J. D. Short, pero nos quedamos con esta muestra de las de Chicago, en las que a su particular guitarra de nueve cuerdas se une a veces la imponente presencia del maestro del contrabajo Ransom Knowling. 


Curtis Jones: Lonesome Bedroom Blues (Delmark DD-605)

Uno de los pianistas de blues más originales, Curtis Jones había tenido un enorme éxito en 1937 con uno de los grandes clásicos del género, “Lonesome Bedroom Blues” (Vocalion), pero vivía en la miseria cuando fue redescubierto y Prestige publicó un álbum completo en 1960, Trouble Blues, en el que su piano quedaba oscurecido por el acompañamiento de músicos de estudio.

En 1962, antes de que emigrara a Europa, Koester tiene el acierto de grabarle en solitario, únicamente con su peculiar timbre de voz chillona y su económico pero singular estilo pianístico, y el resultado es, sin duda, una obra maestra. Además de volver a grabar su mayor éxito, el disco es un repaso de algunos de sus temas más memorables, como “Tin Pan Alley” o “Highway 51”. Se trata de versiones cargadas de una rara emoción que ganan en cada escucha con su inagotable riqueza de matices. Este es un disco delicioso que no debería faltar en ninguna discoteca de blues.


Sleepy John Estes: The Legend Of Sleepy John Estes (Delmark DD-603)

Otra de las figuras históricas afortunadamente redescubiertas tras largos años de oscuridad por Koester, que le volvió a grabar una magnífica y abundante serie de discos de los que sin duda el más destacado fue el de su reaparición en 1962: The Legend Of Sleepy John Estes.

Aunque con las facultades vocales algo disminuidas, Estes sorprendió a sus viejos fans conservando la magia de sus viejas grabaciones en las recreaciones de algunos de sus clásicos imperecederos como “Someday Baby” (conocida también como “Worried Life Blues” por la versión de Big Maceo) o “Drop Down Mama”.

En solitario o acompañado magistralmente por su viejo compañero, el armonicista Hammie Nixon, el contrabajista Ed Wilkinson y el pianista John ‘Knocky’ Parker, como en el excelente tema más reciente “Rats In My Kitchen”, su escucha confirma que estamos ante uno de los intérpretes de blues más estremecedores de todos los tiempos.


Magic Sam: Black Magic (Delmark DD-620)

Aunque había grabado a finales de los cincuenta para el pequeño pero esencial sello Cobra algunos de sus mayores éxitos, como “All Your Love”, su fama había sido efímera y Magic Sam había caído en el olvido cuando Koester incluyó algunos de sus temas en la estupenda colección Sweet Home Chicago (Delmark DD-618) y después le grabó un álbum completo, probablemente el que más éxito comercial dio a Delmark, el magnífico West Side Soul (Delmark DD-615).

Antes de su prematura desaparición en 1969, que le convertiría en leyenda, sólo da tiempo a otro disco de estudio: Black Magic, grabado a finales del año anterior, que sería la cima de su carrera y una de las más arrolladoras muestras del blues de Chicago.

Con su desgarradora voz y su incendiaria guitarra, firma un disco perfecto, más pulido que el anterior y aunque volviendo nuevamente a interpretar algún clásico de la época Cobra como “Easy Baby”, incluso con un contenido más bluesy en temas excepcionales como “I Have The Same Old Blues” o “Stop! You’re Hurting Me”.


Junior Wells: Southside Blues Jam (Delmark DD-628)

Si hubiera que escoger el álbum más mítico de su catálogo de blues, la elección más obvia sería el Hoodoo Man Blues (DD-628) de Junior Wells. En 1965 supuso una de las primeras muestras del blues de Chicago sin las limitaciones del single, el formato habitual para Chess y otros sellos de la ciudad, además de iniciar su relación con el guitarrista Buddy Guy, una asociación que haría fortuna.

A caballo entre 1969 y 1970, Wells abandona sus devaneos con el soul para volver a sus raíces y reunirse de nuevo con Guy en este soberbio Southside Blues Jam, una de las sesiones que más se ha acercado al ideal de autenticidad de Koester, recoger la música tal como sonaba en vivo en los clubes de la ciudad. Con la afilada y brillante guitarra de Guy, en aquella época aún lejos de excesos posteriores, un excelso Otis Spann al piano en la que sería su última grabación en estudio, y el infalible Fred Below a la batería, la banda alcanza momentos de una intensidad inolvidable. Ideal para escuchar after hours.


Robert Jr. Lockwood: Steady Rollin’ Man (Delmark DD-630)

A pesar de su largo historial y de haber sido durante una época el músico de sesión por excelencia en Chicago (recordemos su presencia en los mejores clásicos de Little Walter o en las memorables sesiones de Otis Spann para Candid), no fue hasta 1970 cuando Koester le publicó su primer álbum como líder, acompañado por una rítmica imbatible: el trío The Aces de los hermanos Louis y Dave Myers.

Aunque a menudo se le ha presentado por su relación familiar como un mero recreador de la obra de su padrastro Robert Johnson, este magnífico disco muestra a Lockwood como una figura singular y un original guitarrista con una evidente influencia jazzy.

A la altura de sus celebrados discos en el sello Trix, basta escuchar la lección magistral de swing de Fred Below en el instrumental “Lockwood’s Boogie” (o la toma alternativa en la que el batería cambia el tempo a su antojo), para comprender por qué los discos de blues actuales rara vez suenan como los de aquella generación irrepetible.


Yank Rachell: Chicago Style (Delmark DD-649)

Fiel acompañante de Sleepy John Estes y uno de los escasos virtuosos de la mandolina, también tuvo su momento de gloria en el blues revival de los sesenta grabando para Delmark el álbum Mandolin Blues (DE-606), junto a una nómina impresionante encabezada por el ídolo del blues blanco Mike Bloomfield, Big Joe Williams y el propio Estes.

Aún más logrado resulta éste Chicago Style grabado en 1979, como su nombre indica una puesta al día con mandolina electrificada y al estilo enérgico y potente de Chicago de parte de su viejo repertorio. Con el acompañamiento de la guitarra de Pete Crawford, el bajo de Floyd Jones y la batería de Oddie Payne, la banda funciona con una solidez apabullante sin perder en ningún momento el sabor añejo del blues de Brownsville.

Aunque no sea uno de los discos más populares del catálogo Delmark, se trata de una auténtica joya que merece un mayor reconocimiento y que siempre ha ocupado un lugar de honor entre mis discos favoritos del género.


Jimmie Lee Robinson & The Ice Cream Men: Lonely Traveller (Delmark DE-665)

En los noventa, una época marcada en las grabaciones de blues por la mediocridad y la rutina, la aparición de un talento genuino como el de Jimmie Lee Robinson supuso toda una revelación. Después de haber permanecido durante largos años retirado de la escena musical, tras no pasar de una discreta segunda fila como acompañante de figuras como Magic Sam o Freddie King, y grabar a su nombre sólo media docena de temas irregulares en el oscuro sello Bandera, Koester tuvo el acierto de descubrirle en su regreso a los escenarios y grabarle este álbum junto a una banda liderada por un admirador incondicional, el joven guitarrista Johnny Burgin.

“Lonely Traveller” era uno de aquellos temas grabados en los sesenta, un potencial hit, pero el disco ofrece una gran variedad sin perder nunca su singular e impredecible estilo, una especie de híbrido entre el hipnotismo de John Lee Hooker y el ardor de Magic Sam, que incluso queda patente en las versiones de Big Bill Broonzy o Lightnin’ Hopkins.


Sun Ra: Sound Of Joy (Delmark DD-414)

En 1956 la Arkestra de Sun Ra había debutado en el sello Transition con Jazz By Sun Ra (reeditado por Delmark como Sun Song). Un año después un segundo volumen queda sin publicar debido al colapso del sello, y no será hasta 1968 cuando vea la luz recuperado de los archivos por Delmark como Sound Of Joy.

“El Is A Sound Of Joy”, con su pegadizo riff  de saxo barítono, es el tema estrella de un disco enigmático, que parece situarse al margen de toda referencia temporal, dejando al oyente más descolocado cuánto más se avanza en su escucha.

En él encontramos arreglos de bop próximos al sonido West Coast, de swing con ecos de las orquestas de Duke Ellington o Fletcher Henderson, y hasta dos temas vocales a cargo de Clyde Williams añadidos en la edición en CD que parecen puros ejercicios de nostalgia, conviviendo con el uso esporádico de piano eléctrico, toda una innovación en 1957 que presagia los sonidos futuristas que estaban por llegar.


Jimmy Forrest: All The Gin Is Gone (Delmark DD-404)

Más conocido como intérprete de rhythm&blues debido al enorme éxito de su “Night Train” (publicado originalmente en el sello United y también reeditado por Delmark), Jimmy Forrest es sin embargo un magnífico bopper, como demuestra en esta grabación de 1959, en la que modula su tono áspero y musculoso hasta alcanzar un sonido suave y aterciopelado en las baladas.

Aunque se trate de un disco convencional de bop, roza casi la perfección, con el aliciente del debut discográfico de otro nativo de St. Louis, el guitarrista Grant Green, que después alcanzaría la fama grabando para Blue Note, y que aquí presenta su sonido inconfundible, cortante y nervioso, totalmente formado.

Además la banda cuenta con la presencia de un Elvin Jones en la batería desbordando swing, que convierte la versión de “Caravan” en una de las más afortunadas. Y para los que le sepa a poco, existe más material de estas sesiones publicado bajo el título Black Forrest (DD-427).


Roscoe Mitchell: Sound (Delmark DE-408)

Gracias a la relación de Koester con Chuck Nessa, Delmark se convirtió en un sello clave en la historia del jazz al documentar los primeros pasos de la AACM, aquella asociación de músicos nacida en Chicago en la década de los sesenta que estaba llamada a revolucionar la escena del jazz.

Vista con la perspectiva actual, se puede decir sin temor a exagerar que esta grabación de 1966, el primer documento registrado de la AACM, es un auténtico hito, de los que marcan un antes y un después. Este sexteto de Roscoe Mitchell, en el que ya estaban presentes Lester Bowie y Malachi Favors en lo que sería el germen de su popular Art Ensemble, crea una nueva música al margen de todas las corrientes establecidas con el uso de una amplia gama de instrumentos (incluyendo silbatos, campanas y toda clase de percusiones), en una exploración del sonido que cuarenta años más tarde conserva toda su vigencia. Una obra visionaria, adelantada a su tiempo.

Joseph Jarman: Song For (Delmark DD-410)

El que bien podría haber sido un primer disco de la banda que el saxofonista Fred Anderson colideraba con el trompetista Bill Brimfield, se convirtió finalmente en el debut de Joseph Jarman, que poco más tarde se uniría al Art Ensemble.

Grabado pocos meses después que el Sound de Roscoe Mitchell, el disco comienza con “Little Fox Run”, un tema de Anderson muestra del free más enérgico, un verdadero vendaval de una fuerza descomunal y un festival percusivo con las dos baterías de Thurman Barker y Steve McCall y la obsesiva marimba de Christopher Gaddy. Por su parte Brimfield firma el más reposado y solemne “Adam’s Rib”. Los dos largos temas restantes: “Non-Cognitive Aspects Of The City” y “Song For” presentan una música más representativa de los comienzos de la AACM, un cajón de sastre sin una estructura definida en el que alternan pasajes recitados con todo tipo de sonidos aventureros. Otro documento histórico de primer orden.


Anthony Braxton: For Alto (Delmark DE-420)

Tras debutar con Three Compositions Of New Jazz (DD-415), Anthony Braxton presenta un auténtico manifiesto revolucionario atreviéndose a publicar en 1969 una obra pionera, nada menos que un doble LP de interpretaciones en solitario al saxo alto, que produjo un considerable impacto y que hoy ha sido elevado a la categoría de disco de culto.

Aunque el rango de sus influencias sea casi inabarcable, desde su admiración por el sonido cool de Paul Desmond y Warne Marsh, hasta las angulosas líneas de Eric Dolphy, su lenguaje es totalmente nuevo, rompedor, en el que a veces opta por un sonido torrencial plagado de innovaciones técnicas, otras se mueve en una abstracción que parece alejarle de las fronteras del jazz o al menos las redefine.

Puede que haya quién siga calificándolo como música difícil, pero su radicalidad y la fascinación que sigue produciendo su escucha, hacen de este disco un adecuado punto de partida para introducirse en el amplísimo universo braxtoniano.


Muhal Richard Abrams: Things To Come From Those Now Gone (Delmark DD-430)

Más valorado como fundador de la AACM que por su propia carrera, Muhal Richard Abrams fue el verdadero inspirador de aquella generación de músicos con ese laboratorio de ideas que fue su Experimental Band a comienzos de los sesenta.

Su debut, Levels And Degrees Of Light (DD-413) fue más bien una obra colectiva en la que le acompañan entre otros Anthony Braxton y Maurice McIntyre, en el siguiente Young At Heart / Wise In Time (DE-423), cuenta en un tema con Leo Smith y Henry Threadgill mientras que el otro es un largo recital de piano solo.

Su tercer disco para Delmark: Things To Come From Those Now Gone, sin tantos nombres ilustres, es el más revelador de su estilo, un verdadero crisol musical en el que cabe desde el stride a la música contemporánea. Aunque algo irregular, se trata sin duda de su obra más personal hasta ese momento, que anticipa la atmósfera etérea y mágica de algunos de sus mejores discos (como Afrisong y Sighsong).


Roy Campbell: New Kingdom (Delmark DE-456)

Aunque se trata de un trompetista que se mueve en los círculos del free aglutinados por el contrabajista William Parker, Roy Campbell es el típico músico todoterreno que ha pasado por todos los estilos: bop, r&b, funk...

Después de múltiples apariciones como sideman en los ochenta, finalmente debuta en 1991 con este espléndido New Kingdom. En la mayoría de los temas la formación es un sexteto en el que la nota más llamativa la pone el sonido hipnótico del vibráfono de Bryan Carrott, mientras que el resto se reduce a un trío con William Parker y Zen Matsuura, un avance de la que será una de sus mejores bandas, el Pyramid Trio.

El trompetista muestra su doble cara, mientras que en el tema de William Parker “For C.T.”, un tributo al trombonista Clifford Thornton, despliega su pirotecnia más avanzada, su sonido en las baladas está lleno de lirismo, como no podía ser menos en un discípulo de Lee Morgan.


Zane Massey: Brass Knuckles (Delmark DD-464)

Hijo de Cal Massey, trompetista célebre por sus composiciones para John Coltrane, Zane Massey es un saxofonista que aunque a veces incorpora alaridos propios de Albert Ayler, es sobre todo uno de esos saxofonistas tenores de sonido poderoso y crudo imbuidos del espíritu del blues.

Después de su paso casi anónimo por los extravagantes grupos del baterista Ronald Shannon Jackson, su aparición en el debut de Roy Campbell le prepara el terreno para debutar al año siguiente como líder en Delmark.

Acompañado de otros dos músicos desconocidos, el contrabajista Hideiji Taninaka, y el batería Sadiq M. Abdu Shahid, (salvo la aparición en un tema del omnipresente William Parker), el trío funciona como una maquinaria perfectamente rodada y logra un disco explosivo que sin embargo permanece como una de las numerosas joyas ocultas del catálogo Delmark.


Kahil El’Zabar Ritual Trio: Renaissance Of The Resistance (Delmark DE-466)

Músico ecléctico, de los que se confiesan tan influidos por Coltrane como por el soul o el rhythm&blues y que no desdeñan abrir su música a todo tipo de influencias sin perder su identidad, Kahil El’Zabar es uno de los puntales de la etapa más reciente de Delmark desde que debutara en el sello en 1993 con este Renaissance Of The Resistance.

Percusionista que alterna el uso de la batería convencional con el de tambores tocados con las manos al estilo africano, el pulso rítmico que crea con el contrabajista Malachi Favors es la base sobre la que se desarrollan los temas de su Ritual Trio, que completa  el saxofonista Ari Brown, de querencias coltraneanas.

No faltan muestras de potente free-bop, pero la mayor parte del disco sorprende por la austeridad de la instrumentación y la dulzura y serenidad de sus melodías, sobre todo cuando Brown toca el saxo soprano en lugar del tenor, mientras El’Zabar opta por un instrumento tradicional africano con un precioso sonido parecido al de una marimba.

   
   

@ 2008 Cayetano López