|
|
Diego
Sánchez Cascado:
¿Cuál
es tu balance de la edición de este año?
Borja Judel: A
falta de una sola jornada para acabar la 16ª edición de la muestra
de jazz del Injuve, yo creo que de momento el balance tiene dos
vertientes. Una positiva que es la artística, el nivel de calidad
de los grupos que han participado, tanto de los grupos del Injuve
como de los profesionales que de momento se han subido al escenario;
y la parte medio negativa es que, salvo el primer día, que fue un
éxito de público, la asistencia en las restantes jornadas ha sido
más floja [Nota: en la última jornada hubo un lleno absoluto] y
aunque el público de Ibiza en otras ediciones ha sido un público
fiel que acude a la muestra sabiendo que no vienen nombres muy
conocidos del circuito internacional o nacional, apuesta por música
de calidad, mientras que ocurre a veces, como ayer en el concierto
de Baldo Martínez, que parte del público se va.
D.S.: ¿Estás
criticando la propuesta de Baldo Martínez?
B.J.:
.
No,
ni mucho menos, por Dios, si la propuesta fui yo el que la metí en
el festival y fui yo quien la puso un viernes, sabiendo lo que ello
conlleva. Además, en esta muestra la gente tiene siempre un poco la
mentalidad de que los dos últimos días son los días fuertes,
sobre todo el último día, que eso lo he intentando cambiar en los
dos últimos años...
D.S.:
De
hecho Svensson ha sido un plato fuerte y tocó el jueves...
B.J.: Bueno,
quería que EST tocase el sábado, pero por problemas de fechas no
pudo ser, pero hubiese estado perfecto si hubiese sido el miércoles.
Cuando empecé a encargarme de la programación hace dos años el
primer día metí directamente a la big band USA-Cuba de David
Murray, cuando la gente está acostumbrada al grupo local y a algo más
sencillo.
D.S.:
El
Injuve ya es un festival asentado en el panorama ibérico y además
en los últimos años está ganando más fuerza, se está hablando más
de él, aunque todavía falta...
B.J.: Yo
creo que el problema que le falta, y ahí el primer culpable digamos
que soy yo, es un equipo continuo todo el año: debería haber un
departamento de promoción, otro de producción y otro de dirección
artística, pero sólo hay uno que lo engloba todo. Muchas veces,
sobre todo la repercusión mediática, que es de lo que se quejan
mucho aquí, no se puede hacer en condiciones, porque no hay tiempo.
Pero, desde luego, sí se está asentado a nivel de los músicos.
Los músicos jóvenes en España saben que para ellos la referencia
es esta. Cualquiera que esté en el circuito del jazz, aunque esté
iniciándose, sabe que por lo menos existe la muestra del Injuve. Y
la prensa especializada también lo sabe. De hecho, por aquí están
los críticos de El País, ABC, El Mundo, gente de Cuadernos de
Jazz, de Más Jazz, vosotros de Tomajazz. Lo que ya no sé es si
luego los músicos profesionales, los que dan el salto, se acuerdan
de esto. Los que han pasado sí, pero tampoco demasiado. Entonces,
asentada está, asentada en Ibiza está de sobras...
D.S.:
Yo
creo que en el panorama español os habéis hecho un nombre y no sólo
entre los músicos jóvenes.
B.J.: Hombre,
la diferencia es que esta muestra, junto a algún otro festival como
el último de Boadilla o el de Melilla, que se dedican al jazz
nacional, tiene una filosofía clara, que es apoyar al jazz nacional
o a jóvenes valores, aunque esto de “jóvenes valores” casi
suena peyorativo. Luego está el festival de Getxo, que tiene su
filosofía con el concurso internacional de grupos. No se puede
competir con unos festivales como los de Vitoria, San Sebastián,
San Javier o Galapajazz a base de talonario. Cuando no se tienen
recursos... Y además cuando no vienen impuestos por marcas o sellos
discográficas, hay que buscar calidad y tener el objetivo de apoyar
a grupos jóvenes e intentar equilibrar la cosa.
D.S.:
¿Y
cómo ves las perspectivas de futuro del festival?
B.J.: De
año en año yo siempre tengo miedo, porque no sé qué va a
ocurrir. Ahora mismo ha habido un cambio de gobierno y se supone que
el talante del nuevo debería ser positivo y más creativo a la hora
de apoyar este proyecto, pero hasta que fijen sus coordenadas de
vuelo para el 2005 nos mantenemos en el aire. Deberían seguir apoyándolo
y creo que en principio esa es su idea y no sé si habrá algún
cambio estructural a la hora de organizar el festival en cuanto a
jornadas, distribución de grupos, pero debería seguir. Yo, por la
parte que me toca, apostaré por ello.
D.S.:
El
otro día Baldo Martínez comentaba en Discópolis [programa de
Radio 3] que alababa una muestra como la del Injuve pero se quejaba
de la falta de un circuito a nivel nacional, no sólo para los músicos
jóvenes sino para los músicos españoles en general.
B.J.: Lleva
toda la razón. Lo triste es que nosotros realizamos una tarea que
se queda aquí. Se hacen los circuitos de los grupos jóvenes del
concurso pero... Además en los últimos años el presupuesto ha ido
menguando de una forma bestial, ha bajado igual un 40% en dos o tres
años. Y se intenta hacer lo mismo e incluso se hacen más cosas,
pero a base de buscar más colaboraciones. El problema es ése, que
nosotros hacemos una labor que está limitada a nuestros recursos y
posibilidades. Si por nosotros fuera habría una continuidad, se
grabarían discos y se intentaría apoyar y promocionar todo lo
mejor posible. El problema es que muchos de estos grupos es la
primera vez que se suben a un escenario grande de un festival. Además
lo dicen ellos, ni siquiera están acostumbrados a oírse bien o
salen un poco acojonados. Y de los grupos que han pasado en esta
edición me lo han dicho ya tres, no sólo del Injuve sino también
los portugueses de Liftoff... Los noruegos de Solid! no, porque ya
están más bregados. Pero qué pasa, les montas cuatro o cinco
conciertos, acaba eso y resulta que luego tienen que volver a la
dura realidad: tocar, si están en Madrid, en el Café Berlín o en
el Café del Foro, porque en el Populart, el Central o en el
Clamores, ni se te ocurra, a no ser que sea en una jam-session a las
dos de la mañana. Cobran como mucho y con suerte, 50 euros por sesión,
después de pelearse con unas condiciones leoninas. Desde luego
debería haber una continuidad y un apoyo institucional, pero eso ya
no depende del Injuve, alguien debería tomar el relevo, sea el
ministerio de Cultura o... Hombre, las Comunidades Autónomas están
desarrollando circuitos de jazz, más o menos como el que hacemos
nosotros a nivel nacional, incluso en algunos casos más fuertes,
porque gastan más dinero, pagan buenos cachés y les dedican ocho o
nueve conciertos. Están recientemente, que yo sepa, el de Andalucía
y el de Cataluña que además está apostando por gente joven. Luego
está el tema de que los programadores de los festivales se
mentalicen a la hora de incluir propuestas... Ayer lo vimos con el
concierto de Baldo Martínez: es una propuesta excepcional, que
puede ser incluida en cualquier festival sin ningún tipo de
problemas, y no me refiero a meterla en el escenario alternativo o
en un local, no, en un escenario grande y de cabeza de cartel. Y lo
de Ángel Rubio del otro día, Jazzjondo, también, es una propuesta
de jazz flamenco, más flamenco que jazz, pero muy válida.
D.S.:
De
lo que se hace de jazz flamenco, la de Ángel Rubio me parece la
propuesta más original...
B.J.: Pero
es la menos conocida. En España es “sota, caballo y rey”: Chano
Domínguez, Perico Sambeat y Jorge Pardo. Y no caben más. Y lo que
tiene que hacer la gente es mentalizarse y darse cuenta de que
existen otras propuestas. Que hay cosas que son una mierda también,
que no todo porque sea español tiene que ser bueno. De hecho, fue
algo que le comenté a Baldo en relación con la plataforma de apoyo
a nuestro jazz: una de las cosas que decían era lo de la cuota,
supongo que por presionar, pero no estoy de acuerdo con ello. No
puedes obligar a un festival a programar un 50% de grupos españoles.
Si hay cosas buenas, sí. Yo últimamente, de entre lo mejor que he
visto hay varios grupos jóvenes del Injuve, la verdad. Y, en los últimos
años, estoy en una situación realmente privilegiada. Nos llegan
propuestas de toda España de la gente que está saliendo y los
grupos que hemos seleccionado por fortuna continúan, tienen cosas
nuevas que decir, la mayoría de ellos. Porque para hacer bebop y
hardbop...
D.S.:
Llevas
seis años al frente de la muestra, ¿no?
B.J.: Empecé
en 1999, pero entonces estaba, digamos, de segundo.
D.S.:
Pero
vamos, estás metido en el tema desde entonces. ¿Y cómo has visto
la evolución de los músicos jóvenes españoles desde entonces?
B.J.: Pues muy bien, sobre todo a nivel estilístico o de
perspectiva... En el tiempo que trabajo en la muestra, hasta el 2001
quien más me impactó fue Abe Rábade, digamos que a nivel de
propuesta madura, cosas nuevas, temas propios, no el típico grupo
que hace el “sota, caballo y rey” del jazz. Eso sí, solistas
por aquí han pasado todos,
David Pastor, Esteve Pí, Jon Urrutia, Pablo Martín, Cristóbal
Montesdeoca, Marc Ayza, toda una generación que son músicos buenísimos
y que hacen un jazz cojonudo. En cuanto a propuestas innovadoras,
creo que a partir del 2002, en que entraron Zur-E Gura, Llibert
Fortuny, Dead Capo, este año John Pinone, José Alberto Medina,
Groove Station incluso el año pasado -aunque el concierto con
respecto a la maqueta se quedó bastante flojo-,
ha habido un cambio bestial e incluso se ve a la hora de las
inscripciones: hemos pasado de unos 30 grupos de toda España a 54
este año. Y bueno, hay muchos grupos que hacen una línea
tradicional clásica de jazz de toda la vida, que no pasan del año
65, pero de pronto aparecen ofertas completamente distintas,
personales, gente que no hace estándars, que es lo que pasa la
mayoría de las veces: te llega un grupo que toca muy bien pero sólo
hace estándars, además estándars que suenan a estándar. Por
ejemplo, un grupo como John Pinone, la versión que hizo ayer de
Monk [“In Walked Bud”] estuvo de puta madre y no tiene nada que
ver con el original. Es un estándar pero completamente
“pinoniano” [risas], una versión “orbifónica y mefistofélica”
del tema de Monk [más risas].
D.S.:
Para terminar, ya no sólo a nivel de los jóvenes, ¿cómo ves el
panorama general del jazz en España?
B.J.: Creo que hay un resurgir. En los conciertos a los que voy
en Madrid cada vez hay más gente joven. Incluso, yo que empecé en
el [Colegio Mayor] San Juan Evangelista, en el “Johnny”, que ya
sabes que ahí somos todos universitarios, cuando empecé había
gente joven, sobre todo del colegio porque entra gratis, pero en los
últimos conciertos que he ido hay interés de verdad. Hay toda una
pandilla de gente y no el concepto clásico del intelectualoide como
tú [risas]... Es broma. No, pero es que hay gente muy joven y en
los locales sobre todo. Hace un par de meses o así que no voy al
Café Berlín pero vas allí cualquier día entre semana y a las 3
de la mañana hay cantidad de gente viendo conciertos. Vas al
Populart y está lleno de gente joven. Hay interés por la música
en vivo. Y te hablo a nivel de público...
D.S.: Incluso festivales pequeños y muy vanguardistas como Hurta
Cordel en la Casa Encendida se llenan. Vale, el espacio es pequeño,
pero hay tortas por conseguir entrada.
B.J.: Es que está el topicazo de que la gente le tiene
miedo al jazz... Yo que soy de Melilla y ahora estoy en Madrid, la
gente de allí me pregunta: “¿Tú que es lo que haces?”. “Me
dedico a organizar conciertos, sobre todo de jazz”. Lo primero que
me dicen es: “Yo es que el jazz no lo entiendo”. Y yo les digo,
“no hay que entender nada”. A mí me encanta el jazz, llevo 10 años
trabajando, los seis últimos más a nivel profesional pero no me
considero ningún experto. Supongo que seré un experto respecto al
99% de la población. Pero no soy de los que van definiendo “esto
es hardbop o lo que sea”, porque además nunca ha sido así con
ningún tipo de música y escucho de todo. Pero creo que sé
distinguir las cosas que son buenas y llegan de las que no y eso es
muy fácil, con un poco de oído y casi de corazón, por decirlo en
plan romántico, se distingue. Y eso es lo que le digo a la gente:
no hay que entender nada. Es como el arte abstracto: de pronto ves
una escultura de Chillida, no entiendes nada, es un impacto visual,
no sabes qué es, pero te llena. Y con el jazz ocurre lo mismo. El
otro día, en el concierto de Esbjörn Svensson la mayoría de la
gente que vino sabe que Esbjörn Svensson es bueno porque lo pone en
el programa y porque dicen que es uno de los mejores pianistas. Habrá
gente que es aficionada y que conozca a Esbjörn Svensson y que
tenga discos suyos, pero la mayoría de la gente no. Sin embargo,
durante el concierto yo disfrutaba viendo la cara de la gente. Hubo
un momento que me giré y había gente del público con una sonrisa
de oreja a oreja, con los ojos encendidos de satisfacción, los niños
pequeños estaban con la boca abierta.
Y
por otro lado, ayer lo de Baldo Martínez hubo a quien no le gustó,
y no es que no entienda de jazz, pero otros se quedaron encantadísimos.
Y el año pasado nos ocurrió con Medeski, Martin & Wood: había
gente que me decía “Estoy en una nube, esto es increíble, esto
de dónde ha salido”... Un grupo que aquí no conocía nadie,
salvo cuatro gatos, y había gente realmente sorprendida, alucinada.
Y luego hubo una estampida de parte del público. Esa gente tampoco
quiere decir que sepa menos, su criterio es tan válido como el de
la otra... Luego también depende de lo que busque cada uno y de sus
inquietudes: a un tío que está escuchando [se pone a cantar]
“No, no es amoooor, lo que tú sientes”, no lo puedes traer al
concierto de Baldo Martínez, le da un síncope.
D.S.:
En el jazz español, ahora estamos en la fase de músicos que tocan
a nivel internacional, ya no son sólo la rítmica que toca el bolo
con el músico extranjero que nos visita, ya se ha pasado a otro
nivel. Ahora falta que se pase a propuestas más personales. Pero se
está viendo que ya existen estas propuestas, con Baldo...
B.J.: Con Agustí Fernández, Abe Rábade, Gorka Benítez, que
ha grabado con John McNeil... Un problema que hay aquí es la falta
de costumbre de la gente de comprar discos y asistir a conciertos.
Antes te decía que hay un público fiel, pero igual el público
fiel está en Madrid y en Barcelona y en otros sitios tal vez no
ocurra lo mismo. Hay también un colectivo muy bueno que está
saliendo en Barcelona, What The Fuck, WTF, lo lleva Aurelio Santos,
que están haciendo una mezcla de hip-hop con jazz, con funky a lo
bestia y eso por lo que me cuentan –porque aún no he podido
verles- están haciendo una cosa nueva, abriendo nuevas vías, sobre
todo están captando un público muy distinto, como hiphoperos que
de pronto ven a alguien que se pone a tocar con un saxo y un DJ y
sale palante el asunto...
© DiegoSánchez Cascado, Tomajazz
2004
|
|
|