North Mississippi Allstars. Renovando sin diluir la esencia. Por Manuel Beteta 1

North Mississippi Allstars. Renovando sin diluir la esencia. Por Manuel Beteta

Renuevan el género desde la perspectiva de una rama marginal del blues, la cultivada al norte de Mississippi por Fred McDowell y Junior Kimbrough. Te lo contamos en términos musicológicos. Manuel Beteta. Publicado en Ruta 66, nº 250, junio-2008

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La conexión Afrossippi

La región montañosa del norte del Mississippi, la llamada Mississippi Hill Country, la conforman los condados de Tate, Desoto, Lafayette, Marshall y Panola. Famosa tanto musical como literariamente —allí William Faulkner ubicaba Yoknapatawpha, su condado apócrifo donde se desarrollan varias de sus novelas—, es un área distintivamente diferente donde se crea un tipo de blues muy particular. Pegada a la cabecera del Delta, aquí el blues ha evolucionado de otra forma a como lo interpretaban los grandes bluesmen en las llanuras del Delta del Mississippi. Dos son los grandes rasgos que determinan esta evolución. Primeramente, es donde las tradiciones musicales de los esclavos negros que llegaban de África arraigaron fuertemente y nunca se desvanecieron. El pífano africano, un flautín diatónico de seis agujeros, era parte de la cultura musical, un elemento de herencia africana. En segundo lugar, los tambores cherokees, los nativos que habitan el sureste de Estados Unidos, que los tocan emitiendo hipnóticas cadencias repetitivas. Los bluesmen negros fusionaron los ritmos de ambos instrumentos y sus bateristas utilizan las extrañas pulsaciones cherokees para marcar la pauta a las guitarras creando una cultura musical única, un blues con una estructura subyacente que difiere de la clásica del Delta.

Cuando en 1942 el musicólogo Alan Lomax llegó a esta zona todo le pareció raro, las costumbres y la música. ‘’En las ceremonias de voodoo los bailarines realizan movimientos pélvicos hacia el tambor para honrar la música que los está inspirando. Nunca esperé ver este comportamiento africano en las colinas de Mississippi, justo a unas millas al sur de Memphis”, escribió Lomax en 1993 en su libro The Land Where The Blues Began . Falleció en 2002 convencido de que el bluesde la Mississippi Hill Country fue el embrión para el blues del Delta y, a su vez, éste dio a luz al rock’n’roll . Alan nunca había visto en acción las denominadas fife-and-drums bands , unos grupos con sonido africano-cherokee. Siempre sostuvo que fue uno de los descubrimientos más importantes que hizo. Impresionado, nada más llegar, su primera grabación fue a la banda de Sid Hemphill, una conocida banda local de fife-and-drums . ‘’Los orígenes de estos sonidos se remontan bien dentro del siglo XIX y están vagamente relacionados con las marchas, pero son el enlace entre la “clave”, el “shout” y el “Bo Diddley beat”. En la música de fife-and-drums y el blues de la Mississippi Hill Country las canciones se construyen a partir de pequeñas células rítmico-melódicas acompañadas de ritmos recitados, a menudo sólo el título de la canción o el estribillo”, dice el crítico y productor de blues Robert Palmer.

El Hill Country blues es básicamente un boogie perezoso de pocos acordes que no se adorna con estribillos; un proceso repetitivo. La música fluye hipnótica a través del ritmo y la melodía. El blues de Junior Kimbrough es el que mejor representa esta monosecuencia. Sus grabaciones entre los años 60 y 80 son muy escasas y no acaparó atención internacional hasta 1992 cuando firmó con el sello local Fat Possum e hizo el debut con el álbum All Night Long . Pero el bluesman más influyente y el que dispone de un amplio legado es sin duda Fred McDowell. Aunque no comenzó a grabar hasta 1959, está considerado como el primer músico importante de la región de North Mississippi. Amigo de R.L. Burnside, enseñó a éste su estilobottleneck con la guitarra y demás entresijos y recursos técnicos del blues . Cuando Fred falleció en 1972, R.L. Burnside ocupó el puesto de mejor intérprete de North Mississippi blues . Poseedor de una potente y expresiva voz, es versátil con la guitarra dominando por igual la eléctrica y la acústica, y a su vez con y sin slide . Su peculiar estilo le aparta del elaborado en el Delta. Rara vez se ajusta a los clásicos doce compases sino que a menudo introduce ritmos africanos de acompañamiento cuya sonoridad recuerda a los de Malí. Lento y cadencioso, las canciones pueden contener uno, dos o tres acordes que se repiten envueltos en el acompañamiento del bajo. Esta sensación hipnótica es el denominado “Burnside style” que en realidad es la más alta expresividad del North Mississippi blues .

Otha Turner no alcanzó un reconocimiento masivo hasta los 90 años con la publicación de Everybody Hollerin’ Goat en 1998. El mejor intérprete de fife-and-drums de Estados Unidos durante años se hacía acompañar por la Rising Star Fife-And-Drum Band . En 1999 publicó From Senegal to Senatobia con músicos africanos y estadounidenses acreditados como los “Afrossippi Allstars”, banda que incluía a Luther Dickinson. El debut de North Mississippi Allstars se produjo al año siguiente. No hace falta ser muy avezado para comprender de donde viene el nombre del grupo.

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Auge y caída

El principal revival del blues fue en los años 60. Fue el periodo de mayor gloria mundial para el género, con el añadido de que los bluesmen se encontraban en su mejor momento artístico tanto por edad como profesionalmente. En los 70 la explosión comenzó a remitir reduciéndose a escenas muy concretas como la de Chicago. Un blues eléctrico con una gama de notas más amplia que la del Delta que lo dota de un toque jazzy marcado por ese envolvente bajo giratorio, también ausente en aquél. En los 80 hubo un tímido repunte generalizado a raíz de la aparición de los sobresalientes elepés Bad Influence (Hightone, 1983) de Robert Cray y Texas Flood (Epic, 1983) de Stevie Ray Vaughan. Ambos dieron paso a una nueva escena denominada blues contemporáneo que duró poco más de un lustro debido a la aparición de bandas grises con álbumes repetitivos, mediocres y poco intensos. La escena se autofiniquitó con la temprana muerte del gran Stevie Ray Vaughan.

En la actualidad el blues es marginal. Padece la misma enfermedad que otros estilos. No cumple la continuidad, no conserva cuantitativamente el flujo, es decir, el número de músicos que dejan de interpretar blues por fallecimiento es superior a los que deciden dedicarse a él. Al no renovarse, está condenado a alcanzar una situación residual. La permeabilidad es baja. Relegado al pelotón de cola, el blues sobrevive como cimiento sonoro de otros estilos, andamio que sustenta verticalmente al rock sureño y próceres de jam-bands .

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El blues con viagra

Fue Matthew Johnson el primero que se percató que allí pasaba algo. ‘’Estaba trabajando en una revista en la Universidad de Mississippi y el blues estaba relativamente de moda gracias a Stevie Ray Vaughn. Acudí a un festival local de blues en un antro y allí estaban Junior Kimbrough y R.L. Burnside. Me quedé asombrado de lo que vi. Llevaban años tocando en juke-joints y nadie había reparado en ellos. Había que grabarlos inmediatamente”, recuerda Matthew. Una escena desconocida todavía por explotar, un pastel para degustar con egoísta placer —obsérvese que el libro de Alan Lomax todavía no ha visto la luz—. En 1992 fundó Fat Possum, la sede la estableció en Oxford en pleno corazón de la Mississippi Hill Country, y comenzó disparando a discreción con proyectiles del calibre de Robert Belfour, Charles Caldwell, T-Model Ford, Asie Payton o CeDell Davis.

Pero el artista más prolífico, el que definió la filosofía rompedora del sello fue sin duda R.L. Burnside. ‘’Los de Fat Possum pensaron que sería una sería una buena idea que los artistas del sello nos abriésemos y trabajásemos con músicos distintos. Me presentaron a Ry Cooder y a Jon Spencer. Estuvimos trabajando durante unos días juntos, pero no acababa de salirnos nada, así que lo dejamos. Un año después volvimos a juntarnos y las cosas salieron mucho mejor”, dijo R.L. Burnside. Invitado por JSBX a abrir unos conciertos la química no tardó en aparecer y el resultado fue A Ass Pocket of Whiskey (1996), que curiosamente lo editó Matador, el sello indie con el que grababa Spencer. ‘’Una conspiración de boogie sobreamplificado y epítetos borrachos” fue la definición del crítico Michael Corcoran. Junto con la secuela siguiente, Mr. Wizard (1997), esta vez sí con Fat Possum, ambos conforman la bilogía que aventó el anquilosado blues , el tesauro que marcó el acoplamiento de dos generaciones e inició el cambio de rumbo que introducía al blues hacia nuevos destinos en el siglo XXI. Aunque muchos puristas se rascaban los sarpullidos por tamaña osadía —el musicólogo francés Gérard Herzhaft se desmarcaba del invento escribiendo que ‘’su sorprendente asociación con el músico de punk-rock (sic) Jon Spencer…”— Burnside posiblemente influido por los gustos musicales de sus doce hijos siguió “contaminando” el Hill Country blues con los sonidos favoritos de losghettos negros.

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Saneo y sustitución

En 1956, Elvis Presley inventó el rock’n’rol l en los estudios Sun de Memphis. La fusión que hizo de estilos blancos y negros,country blues , sentó la base de la música para las siguientes décadas. Una doctrina ideológica que dejaba abierta la puerta a la innovación. Los músicos podían experimentar con todo tipo de estilos con la única limitación técnica impuesta por la dificultad de los elementos a fusionar. Al igual que en el reino animal, cualquier cruzamiento es más fuerte, posee un vigor híbrido del que carece el elemento puro. Así, hemos visto nacer el country-rock , el blues-rock , y más recientemente el punk-rock power-pop . En 2000, North Mississippi Allstars publicaron su primer álbum, Shake Hands With Shorty . La aparición agitó el panorama blusero . El blues-rock llevaba haciéndose décadas pero estaba en estado de trance. Salvo los transgresores elepés de R.L. Burnside con Jon Spencer no había nada digno que echarse a las orejas. Su alumbramiento disparó todo tipo de elogios, pero el parto no fue casual. La banda llevaba funcionando desde 1996 y durante esos cuatro años fueron lentamente fagocitando, asimilando, sintetizando. Un proceso de aprendizaje basado en la interconexión de elementos aislados, una trabazón que toma como partida el Hill Country blues para ser concatenado con el rock’n’rol l, no el primigenio sino el resultante de cincuenta años de evolución, pasado por un filtro jam en línea con los grandes representantes del género, Allman Brothers o Grateful Dead.

La importancia del disco en la historia de la música es equiparable a las sesiones de Presley con la Sun. No es blues-rock , ni tan siquiera se acerca al hard-blues de Jeff Beck o los primeros Led Zep, ya que ambos toman el blues del Delta como ingrediente base. Esto es una nueva concepción musical que eleva al peldaño superior la idea original de R.L. Burnside, mezclar un subgénero del blues con ritmos quebrantadores como el rap o el hip-hop aderezado con la energía del punk e interpretado bajo una óptica jam . Una armoniosa combinación de ritmos que crea un nuevo lenguaje que es precepto y regla de obligado cumplimiento para el que quiera desatascar el blues . Un libro de estilo, una nueva manera y forma de concebir el arte como habilidad y maña para que su escucha proporcione disfrute y placer. Desde entonces no han parado en la exploración de nuevos campos pero sin apartarse nunca de la raíz blues , quedando clasificados como una banda señera en lo musical tanto por sus intensos directos como por su interesante discografía.

North Mississippi Recordings

Shake Hands With Shorty (Tone Cool, 2000)

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Clásico que ha dado lugar a la aparición de bandas gregarias que sobreviven gracias a las reglas marcadas por éste. Recupera el romanticismo del viejobluesman y la fascinación por una época pasada. Habría que remontarse al debut de Stevie Ray Vaughan para encontrar un disco de similar efecto. Define las bases del concepto con versiones de Hill Country blues: McDowell (4), R.L. Burnside (3) y Kimbrough (1). Largas jams interpretadas como si Duane Allman y Howlin’ Wolf fuesen ciegos de speed . Con olor a hedor del pantano, ni tienen miedo de expandir las canciones de sus héroes ni a insuflar energía nueva al género. Es cierto: la música es adictiva.

51 Phamtom (Tone Cool, 2001)

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Abandonan las versiones —tan sólo dos, “Lord Have Mercy” de Kimbrough y el himno de Pops Staples, “Freedom Highway”, sobre los derechos civiles—, y se destapan tanto como buenos compositores y escritores. Al igual que cualquier novela de Mark Twain, toda la imaginería sureña que nos describió el genio estadounidense se encuentra aquí: serpientes colgadas de los árboles, el fango del Mississippi o el Southern gospel de los domingos. Versatilidad intelectual combinada con un blues-rock más clásico en la onda primeros ZZ Top. Soberbio elepé compuesto por enérgicos riffs dibujados con guitarras más distorsionadas, demostrando que la inmensidad del primero no fue casualidad. El disco inédito que los Stones nunca grabaron en los 70.

Polaris (Ato, 2003)

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‘’Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, dijo Albert Einstein. La entrada de Duwayne Burnside como segundo guitarrista dota a la banda de más versatilidad para inmiscuirse por diferentes territorios: una orientación más pop con tintes psicodélicos. Cruzan al otro lado con el power-pop de “Otay” y “Kids These Daze” o el blues-rap de “Be So Glad” pero agazapado entre los surcos hay suficientes roots para satisfacer al exigente —”Meet Me In The City” (Kimbrough), “Time For The Sun To Rise” (Earl King) o la hidden-track “Goin’ Home”, una informal jam donde parecen unos frenéticos Allman calentando dedos y púa antes de saltar al escenario—. Un paso de gigante que captura todo el eclecticismo que son capaces de desarrollar.

Tate County Hill Country Blues (Autoeditado, 2003)

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Grabado en 1998 cuando no tenían discográfica. Un contrato con Tone Cool para Shake Hands With Shortyimpidió la publicación por motivos contractuales hasta 2003. Apuntes, ejercicios de estilo y versiones varias. Algo deslavazado por su heterogeneidad, que no es impedimento para encontrar buenos momentos, “Brooks Run To The Ocean” y “Crazy ‘Bout You”, rarezas como “Snake Drive” y “Shimmy She Wobble”, únicas tomas existentes en estudio, o una primigenia “Po Black Maddie” que luego aparecería en el primer álbum y pieza indispensable en cualquiera de sus directos.

Instores & Outtakes (Ato, 2004)

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Extraordinario mini-elepé con sobrantes de las sesiones de Polaris . Versiones acústicas con sabor a fiesta de juke-joint. Dos nuevas lecturas de “Eyes” y “Goin’ Home” junto a “Stray Cat Blues” (Stones), “The Weight” (The Band), “Meet Me In The City” (Kimbrough) y “Skyway” (Replacements). Todo el primitivismo de Fat Possum que si no hubiesen sido descartadas taparían la boca al sector crítico de Polaris .

Hill Country Revue (Ato, 2005)

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Grabado en el Bonnaroo de 2004, corazón de la Hill Country y tierra de Fat Possum. Como todas las jam-bands , el escenario es su medio natural. Sobrecogedor por su monumentalismo, es pura magia vertida sobre los asistentes. Contagioso, lacerante, una banda en plenitud técnica que sume al oyente en un estado de embriaguez de roots . JoJo Herman, Chris Robinson, R.L.Burnside, Jim Dickinson y la banda de fife-and-drums de Otha Turner completan la lista de invitados en la elaboración del único disco potencialmente capaz de tambalear el At Fillmore East de los Allman de su privilegiado puesto de mejor disco live-jam de southern rock . El tiempo dirá.

Electric Blue Watermelon (Ato, 2005)

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Regreso a la formación de trío y al blues, que vuelve a inundar el álbum. Una guitarra slide escupiendo ritmos primarios de Bo Diddley y riffs de juke-joints , que lo mismo alternan la delicadeza de Fred McDowell que el fuego de Duane Allman, acompañados del espectacular trabajo de Cody a la batería (sí, el fantasma de Keith Moon sobrevolaba el estudio). Su identidad musical combinada con otros elementos (rap brass fife-and-drums country ), pero la naturalidad es la característica: “Teasin’ Brown” y “Hurry Up Sunrise” fueron desarrolladas en estudio a partir de unas cintas grabadas mientras tocaban con Otha Turner en el porche de su casa a sus 92 años. La extendida versión europea incorpora “A Few Little Lines” (McDowell) y el clásico del siglo XIX, “Poor Boy”, a sumar junto a “Mississippi Boll Weevil” que Charley Patton grabó en 1929. En palabras de Luther: ‘’Una experiencia musical que trasciende su lugar y su tiempo, la vida y la muerte. Alcanza el futuro y regresa a nuestro pasado”. Blues de vanguardia, colisión cultural, digna secuela de Shake Hands With Shorty . Esto es talento.

Screwed and Chopped EP (Ato, 2005)

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El título alude al sonido screwed & chopped de Houston creado por los DJ’s Screw y Michael Watts dentro de la escena rap . El invento consiste en disminuir ligeramente la velocidad de reproducción y samplear las canciones, algunas hasta extremos irreconocibles. El resultado es una voz nasal idéntica a como si se tuviera un enorme catarro y las narices taponadas. Tomando como partida cinco temas de Electric Blue Watermelon , el pastiche desarrolla un blues experimental y surrealista, cuyo máximo interés es la incorporación de “Goat” un descarte inédito del mencionado álbum. Curioso, pero prescindible.

Paradise, Boston, MA 11.12.05 (Ato, 2006)

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Doble semioficial, grabado comopower-trio y con un repertorio que pivota alrededor de las mejores canciones de Electric Blue Watermelon con la inclusión de los momentos más estelares de Hill Country Revue . Varias rarezas, “In My Time Of Dying” (Blind Willie Johnson) y “Big Mama’s Door” (Alvin Youngblood Hart), y un endurecimiento del sonido.

Keep On Marchin’ (Songs Of The South, 2007)

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Doble en directo que inaugura su sello discográfico y disponible también en DVD. Más crudo que Hill Country Revue , la slide de Luther, muy amplificada, chilla sin respiro. Los Marshall transforman en música la tormenta desatada mientras la electricidad estática cruje de principio a fin. El sorprendente arranque funky de “Ship” desemboca en una orgía de nueve minutos de cortante y expresivo R&B. Contiene el tema inédito “Run On”.

Mississippi Folk Music. Volume One (Songs Of The South, 2007)

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Entrañable revisión de clásicos que oscila entre un álbum musical de recuerdos y un documental que repasa las roots desde el siglo XIX. Walter Jacobs, Ray Charles, Dylan, R.L. Burnside, Huddie Ledbetter, Junior Kimbrough, Wilson Pickett y una escapada al caribeño Joseph Spence. Y hasta se atreven con el sofisticado fingerpicking de Mississippi John Hurt.

Hernando (Songs Of The South, 2008)

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Nuevo paso adelante con un inesperado cambio de rumbo hacia las mejores páginas escritas del blues-rock de los 70. Riffs saturados difícilmente domesticables en directo, una fuerza bruta que eleva al oyente para tumbarlo a continuación, un muro de sonido impenetrable por su rigidez, pero hecho con el alma. “Shake”, “Keep The Devil Down” y “Soldier” tienen la potencia del guepardo iniciando el ataque. Siguen estando fuera de lugar en un mundo obsesionado por el éxito fácil, pero crean rebanadas de blues-rock crudo que complace al gafapasta recién llegado como al canoso que atesora lo mejor de Faces y Humble Pie. Excelso trabajo sólo manchado por su corta duración y un par de prescindibles temas.

 

 

© Texto: Manuel Beteta. Publicado en Ruta 66, nº 250, junio-2008
© Fotografías promocionales

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