www. tomajazz. com | Editorial

 
 
 
   

TOMAJAZZ CON EL BOGUI (OCTUBRE 2008)

Como dicen los anglófonos, la música es una de las "performing arts", una de las artes que se ejercen ante un público. A pesar de que en los últimos tiempos el auge de la música grabada es desbordante, la verdadera comunicación entre intérpretes y oyentes sólo se produce en las actuaciones en directo.

De las diversas músicas, el jazz destaca por su componente de improvisación, de composición instantánea sobre el escenario. Un error frecuente es confundir la improvisación musical con la falta de preparación, cuando el hecho es que los músicos de jazz, a pesar de la falta de reconocimiento, de la escasez de medios, se preparan intensamente para llevar a cabo su labor. Resulta paradójico, pero a más trabajo de preparación, más libre es el músico a la hora de expresarse.

Cualquier persona que haya asistido a un evento en vivo, sea un concierto o incluso un partido de fútbol o una corrida de toros, sabe que entre los factores que conducen a una buena, o mala, tarde hay siempre un elemento imponderable, llámese los "hados", las "musas", el "duende" o el "ambiente". El jazz no es distinto en este aspecto, y los mismos músicos, con la misma preparación, pueden dar conciertos con muy diversos resultados. Por eso es fundamental atar todo lo atable, asegurarse de que los ponderables rindan a un nivel óptimo.

Eso es precisamente lo que se ha conseguido en el Bogui en los últimos tres años: poner a los músicos en el centro de atención, algo que, aunque parezca de cajón, no siempre ocurre. Aparte de cuestiones evidentes como el equipo (piano y amplificadores) o que se paga puntualmente a los músicos, éstos, actúen o no, reciben trato de favor en la puerta y en la barra. Dick Angstadt y su gente trabajan para que la música que se crea en su club sea lo mejor posible, y saben qué han de hacer para ello.

El pasado martes 21 la policía clausuró el Bogui. El motivo, una demanda judicial de la comunidad de vecinos –vecinos del Bogui– y la correspondiente decisión del Tribunal Superior de Madrid en segunda instancia. Sobre el papel, la cuestión está en manos de la administración de Justicia, pero a la espera de que se decida algo, hay una serie de cuestiones que deberían plantearse.

Una es el perjuicio que se está causando. Dejando a un lado las cuestiones emocionales –hay gente que lo está pasando mal con esta historia– el personal del club se ha quedado "cautelarmente" sin trabajo. Los músicos con actuaciones programadas se han quedado sin ellas. El punto álgido de la actividad anual del club, el festival de jazz de Madrid, pasará de largo, con la consiguiente pérdida de ingresos… ¿retirará el Ayuntamiento los fondos asignados al club con motivo de dicho festival?

La segunda cuestión es de proporción: ¿está todo lo antedicho justificado por el motivo de la demanda?

Desde su orígenes, el jazz ha sido una mezcla inestable de arte y negocio. Es una música minoritaria: “los del jazz” somos pocos en el contexto de toda la sociedad y, aun así, los músicos y los que les rodeamos solemos llegar a extremos de sacrificio –familiar, económico…– francamente absurdos que rayan en lo obsesivo. Los músicos de jazz, especialmente, ofrecen un nivel de dedicación, de amor al arte, desproporcionado con respecto a cualquier recompensa económica o de reconocimiento social.

Siendo todo eso cierto y a pesar de su dudosa viabilidad comercial por sí mismo, el jazz también es una actividad que mueve dinero. Quien regenta un club de jazz, aun con su puntito de chaladura, además de cuidar de su propia subsistencia, tiene que bregar con facturas, cuentas, nóminas y demás cuestiones prosaicas.

El Bogui es un negocio particular que ha sido suspendido por una orden judicial, y como tal, confiamos en que los correspondientes procedimientos sigan su curso y lleguen donde hayan de llegar. Pero, por tirar de tópicos, es mucho más que eso. Es un escaparate excelente de una forma de expresión artística que, aunque minoritaria, enriquece a toda la sociedad. Y, sobre todo, es un gran club de jazz.

A día de hoy no se sabe ni cuándo –ni dónde– reabrirá el Bogui, pero lo cierto es que volverá a abrir sus puertas. Angstadt y su equipo van a hacer todo lo posible a tal fin y, al menos de momento, los clubes de jazz no son ilegales. Por tanto, la instancia correspondiente debería explicar cuanto antes qué hay que hacer para reabrir el Bogui.

Por la cantidad de músicos nacionales y extranjeros que han pasado por su escenario, el prestigio del Bogui va más allá de nuestras fronteras. Este club es un importante activo de la vida cultural de Madrid y, como tal, su Ayuntamiento debería hacer todo lo posible para que reabra sus puertas en unas condiciones iguales o mejores que las de los últimos tres años y, sobre todo, cuanto antes.

Tomajazz

¿QUIÉN QUIERE MÚSICA ACCESIBLE? (JULIO 2008)

Primera clase de un curso sobre la historia del jazz para adultos en una universidad española. La clase, como introducción al curso, consiste en una audición. ¿Cuál fue el tema que más gustó a los asistentes? ¿Algo de Chet Baker? ¿Bill Evans? ¿Diana Krall? Pues no: fue “Ne'eman” del cuarteto Masada de John Zorn (de su Live In Sevilla).

Universijazz 2005 en la Universidad Pública de Navarra. El concierto principal lo protagonizaron el cuarteto de Peter Brötzmann (saxos y taragato), Joe McPhee (saxos y trompeta de bolsillo), Kent Kessler (contrabajo) y Michael Zerang (batería y percusiones). Sobre el papel, un concierto duro, no apto para todos los públicos. Sobre el papel, el público hubiera debido salir despavorido ante tal avalancha sonora de libre improvisación. Pues no: el público no sólo no huyó aterrorizado, sino que permaneció atento hasta el final del concierto.

Imaxina Sons de 2008. La cantidad de público ha ido aumentando de año en año, de modo que en el auditorio del ayuntamiento el concierto con menos público de 2008 tuvo tanto como el más exitoso de 2007. Este aumento de público no tiene nada que ver con un cambio en la línea de la programación. Más bien al contrario: en esta edición los conciertos que más éxito han tenido en dicho auditorio han sido dos ofertas de libre improvisación: la New Orchestra de Barry Guy y la del trompetista Markus Stockhausen, Sopra le nuvole. En cuanto al concierto de clausura, el público del Centro Cultural Caixanova premió la actuación de Atomic/School Days (free bop magníficamente construido e interpretado) con una entrada notable y una ovación cálida, larga y entregada. Un breve sondeo entre el público indica que no quiere menos madera, sino más.

Existen dos percepciones sobre la “dificultad” del jazz que son falsas: una tiene que ver con su desarrollo histórico, la dejamos para otro día, y la otra es que la presunta dificultad es inversamente proporcional al atractivo que tiene para el público. Los tres ejemplos citados (y otros como la debacle del Viajazz de 2007) parecen indicar que no es cierto.

Al intercambiar opiniones con programadores de conciertos de jazz es habitual que surja la cuestión de la ausencia de determinados músicos o estilos entre sus conciertos. La explicación suele ser que no se puede programar ese tipo de músicos o estilos porque el público no está preparado para algo distinto a lo que se les ofrece.

Programar un festival no es fácil. Aparte del consabido encaje de bolillos (las expectativas presupuestarias, la presión de ayuntamientos, patrocinadores, promotores, agentes y discográficas, cuadrar el calendario…) está la nada desdeñable cuestión del gusto personal del programador y, sobre todo, la gran pregunta: ¿qué quiere la gente?

Parece que la tendencia natural es pensar en un hipotético público reducido casi al mínimo común denominador, un público conformista, incapaz de soportar la sorpresa. Y puede que hasta sea lógico, no son pocos los que aplican el criterio de "me suena/no me suena" como primera prueba para decidir si algo les gusta.

Sin embargo, y a la vista de los ejemplos citados y de la experiencia de los últimos años, cabe preguntarse si, en realidad, no serán los programadores más conservadores, más "segurolas" que el propio público por "inexperto" que éste sea, si no será preferible explicar las cosas con claridad –al pan, pan y al vino, vino–, avisar de que en un festival de jazz cabe la posibilidad de que la música sea exigente, que requiera un esfuerzo por parte del oyente, y se le deje elegir a éste. Como muestra no hay más que recordar el reciente festival de Vitoria y la sesión doble en Mendizorroza con los conciertos de Wayne Shorter y Herbie Hancock. Mientras este último se empeñó en un espectáculo ramplón y “apto para todos los públicos” que logró que parte de los asistentes huyeran despavoridos ante tamaño despropósito, Shorter dio un concierto sin concesiones, improvisando libremente a partir de unos materiales melódicos apenas reconocibles, cuya consecuencia fue que todos los asistentes permaneciesen pegados a sus asientos durante toda su actuación.

Toda la fauna jazzística, músicos, programadores, agentes, promotores, discográficas, publicistas... dependen del público, sus clientes.

Y el cliente, ya se sabe, siempre tiene razón.

Tomajazz

LA (MISMA) CANCIÓN DEL VERANO (AGOSTO 2007)

El verano en España, más que una estación, es una institución: el nuestro es de los pocos países del mundo presuntamente civilizado que se paraliza todo un mes, en agosto. En los estertores previos a la parálisis, Europa se llena de festivales de jazz, siguiendo la estela del North Sea Jazz Festival y de Montreux; en España estos festivales se han reproducido como champiñones de un tiempo a esta parte.

Esta avalancha de festejos musicales viene puntualmente acompañada por el coro de aficionados que refunfuñan por el poco jazz que hay en esos festivales "de jazz", que no hay derecho, que por qué este constante faltar al Segundo ("no tomarás el nombre del jazz en vano"), que los organizadores cuelgan el letrero de "jazz" a fin de dar un aire de sofisticación y elegancia irresistible para quien se quiera dejar ver en tales eventos, que se usa la etiqueta "jazz" como gancho para quienes buscan algo "con clase", "selecto", "intelectual" (dime de qué presumes…), en definitiva, el tipo de disquisiciones que diferencian al purista que no se quiere enterar de que "a estas alturas de milenio el jazz es ya más una forma de entender la música o, incluso mejor, de entender la vida a través de la música", como nos aclara el veterano –y aquí casi metafísico– Miquel Jurado en El País del pasado 7 de julio.

No voy a entrar a defender ni denostar las bondades del presunto mestizaje musical o las utopías identitarias de los puristas, que los hay. La cuestión no es qué es jazz y qué deja de serlo. Tampoco se trata únicamente de que en la feria de la oveja haya, no ya churras y merinas, sino menos ovejas que vacas, mulas o puestos de verduras. La cuestión es otra bien distinta.

____________________

(Interludio)

- Estoy pensando que para darle más fuste al ciclo de piano romántico podíamos traer a Elton John.
- ¿A Elton John?
- Sí, hombre, es famoso, toca el piano, tiene canciones románticas...
- Hombre, es que no es Chopin...
- Macho, de verdad, cómo sois los puristas...

____________________

El pasado 5 de julio también El País publicaba que "Collado Villalba pierde 250.000 euros con Elton John". Al parecer el ayuntamiento contrató a Elton John en el marco de su festival "de jazz" (Viajazz) y, como no alcanzó los objetivos marcados –se vendió la mitad del aforo disponible–, el consistorio tuvo que rascarse el bolsillo (el del contribuyente villalbino, se supone).

Es imperdonable que Collado Villalba haya perdido dinero al contratar a un músico cuyo patrimonio personal es aproximadamente el triple del presupuesto municipal para este año. Pero es que, además, con el dinero que se ha gastado el ayuntamiento con Elton John (cuya relevancia en el pop/rock actual daría para otro costal de harina) se podría haber traído, por poner dos ejemplos, a Ornette Coleman unas diez veces o al trío sueco E. S. T. más de veinte. No me meto ya en lo que se podría hacer con músicos menos famosos o españoles y semejante presupuesto, pero daría de sobra para una buena programación anual con recitales no sólo periódicos, sino hasta frecuentes.

Volviendo a nuestros festivales, en el citado artículo de Jurado, "La Península es un festival de jazz", sólo un tercio de los músicos que nombra, aproximadamente, tocan jazz. Como la vida misma.

El error de presentar el jazz de esta guisa es múltiple: en primer lugar, la extravagancia semántica de no llamar a las cosas por su nombre, que roza el cinismo cuando a quien discrepa se le desdeña por "purista", mientras se exagera tras un velo pseudo-posmoderno la indefinición del término. Esto, no obstante, es lo de menos.

Al reducir la cuota de jazz en los festivales, manteniendo a la vez la palabrita de marras en el cartel, se infla artificialmente su popularidad, algo que está abocado al fracaso porque el jazz, por definición e historia, nunca –y menos en España, y menos aun con nuestra educación musical– nunca, insisto, va a atraer a las masas. En realidad, y en eso estamos de acuerdo, sería imposible montar festivales de jazz propiamente dicho de las dimensiones que algunos pretenden.

Como prueban el Imaxina Sons de Vigo (por su programación) o el Festival de Ezcaray (por sus dimensiones) y una enorme cantidad de eventos de toda clase y tamaño a lo largo y ancho de Europa, las cosas se pueden hacer de muchas maneras distintas. Lo que no tiene sentido es que el mercado dicte la programación de los sobredimensionados festivales, que éstos se disfracen de algo que no son y que además cuenten con el patrocinio de las instituciones públicas.

Elton John no es un músico de jazz, ni remotamente, pero ésa no es la cuestión. La pregunta de fondo es para qué está la gestión cultural de las instituciones públicas, cuál es su objetivo: buscar y presentar a representantes del arte y la cultura que de otra forma estarían vedados a la ciudadanía, o nadar a favor de la corriente del mercado y recurrir a un mínimo común denominador que ni siquiera garantiza evitar un déficit.

La debacle villalbina debería servir de recordatorio a nuestras instituciones de que es a ellas a quien compete amparar, a medio y largo plazo, los intereses culturales de todos sus ciudadanos, en especial allí donde no llegan las corrientes del mercado. En música esto significa el jazz, la "clásica" contemporánea, el rock alternativo y un largo etcétera.

El hecho es que los festivales estivales sólo ocupan dos meses al año, y existen los medios económicos para actuar.

Sólo falta que se pongan manos a la obra.

Fernando Ortiz de Urbina


¿Y POR QUÉ NO? (NOVIEMBRE 2006)

Cuenta la leyenda que en un examen de fin de carrera de Filosofía, ésta fue la respuesta que el estudiante más adelantado dio a “¿Por qué?”, única pregunta de tan comprometido examen.

Quizás no habría que dar mayor explicación que un “¿y por qué no?” a quien se pregunte por qué a fecha de 2006 en Tomajazz dedicamos nuestra portada y una serie muy ambiciosa de artículos a Duke Ellington. Este proyecto, sin parangón en la prensa especializada en jazz en España, comienza en 2006 y se irá desarrollando a lo largo de 2007.

A pesar de ello, no es muy difícil argumentar por qué en un año en el que no se cumple ningún aniversario especial que celebrar, salvo quizás los 50 años del “renacimiento” de Ellington en Newport, convenientemente celebrado con la correspondiente reedición definitiva hace unos pocos años. De nuestros motivos, el primero y fundamental es que, como compositor y creador de un universo personal e inconfundible –y “popular” en no pocas ocasiones–, y como experimentador de las posibilidades de la orquesta de jazz (para lo cual mantuvo en activo una banda durante cincuenta años),Duke Ellington es una figura fundamental y única de la música –jazz o no jazz– del siglo XX. Esto casa perfectamente con uno de los objetivos de Tomajazz desde sus inicios: servir como punto de información más allá de etiquetas, y en estos momentos tenemos los recursos para poder lanzarnos a hacer este especial.

Otro motivo: las dimensiones de la obra grabada por Ellington y la situación del mercado de las reediciones han propiciado que haya muchísimo material disponible para todos los bolsillos. Este especial también pretende servir de guía para que los aficionados interesados se adentren en este universo, no para disfrutar la música, que se basta por sí sola, pero sí para situar al músico en su tiempo y sus circunstancias y para dar una idea de la amplitud y profundidad del legado ellingtoniano, lo cual dará una nueva dimensión al disfrute del oyente.

Y el final: porque los que hacemos esta página somos unos enamorados del Jazz (con cualquier etiqueta que se le quiera poner) y porque nos apetece. Y tampoco habría que haber explicado mucho más.


EL RESPETO (SEPTIEMBRE 2006)

El pasado 15 de julio del presente (2006), durante el concierto que el grupo Oregon ofreció en los jardines de la Universidad Complutense de Madrid, el guitarrista Ralph Towner interrumpió entre improperios la interpretación de una pieza debido a unos molestos problemas de sonido provocados por continuos acoples. Tras unas breves indicaciones del batería Mark Walker al técnico de sonido, los músicos, visiblemente enfadados, abordaron un último tema previo al breve bis con el que cerraron rápidamente el espectáculo. La polémica era evidente: ¿estaba justificada la actitud de los estadounidenses - en esas condiciones no se puede trabajar - o, por el contrario, su reacción era fuente natural de indignación por parte de un público que había pagado religiosamente su entrada y presenció un concierto mermado tanto en soporte técnico como en entrega por parte de los intérpretes?

En descargo de la primera opinión bien es cierto que las condiciones de trabajo son siempre importantes, especialmente en lo relativo a disciplinas artísticas. Alguien que utliza el sonido como herramienta debe percibirlo en buenas condiciones; de lo contrario la calidad de su producto disminuirá, y nadie quiere que su música sea juzgada a un nivel inferior del que le corresponde. A buen seguro la mayoría de los músicos que lean estas líneas habrán experimentado incontables experiencias con una paupérrima calidad de sonido sobre el escenario, y sabrán de lo desagradable que es intentar ofrecer con ilusión el fruto creativo estando a disgusto con el entorno.

Si nos situamos en la teoría contraria, siempre hay músicos con voluntad de hierro para luchar contra viento y marea y sobreponerse a las adversidades. Siguiendo con el ejemplo de Oregon, la mayoría de conciertos veraniegos de orquestas, grupos de músicas tradicionales y demás bandas que recorren el territorio nacional estarían abocados al mismo final que el espectáculo de los estadounidenses (lamentables condiciones acústicas suelen acompañar a dichas formaciones).

Por otro lado, cuántos músicos de jazz llevan siempre a sus propios técnicos de sonido y luces, hasta el punto de llegar a ser considerados miembros oficiosos de los grupos para los que trabajan (David Oakes en el Pat Metheny Group, Ake Linton en E. S. T. - Esbjörn Svensson Trio). Como cabría esperar, rara vez un concierto de estas agrupaciones sufre de mal sonido.

Pero centrémonos en otro elemento de importancia: el público. Los asistentes a eventos en directo permanecen ajenos a la preparación de dichos eventos, a la logística, a los detalles técnicos. Tan sólo pagan su entrada y se sientan a presenciar un espectáculo, con independencia de si las labores auxiliares están bien o mal hechas, de si los músicos han contratado a sus propios técnicos o no. En un caso como el del mencionado concierto de Oregon, el público debería ser el primer y mayor damnificado, por encima de los propios artistas, gratuitamente maltratado y con todo el derecho del mundo a elevar su voz, conformando una justa queja colectiva. Curiosamente, tras el mencionado concierto, la reacción de Ralph Towner apenas fue comentada (en todo caso como mera anécdota) por un respetable que despidió a los músicos entre vítores y aplausos.

Si hemos de encontrar un juez válido en un caso como este, dicho juez es el respeto, cualidad cuya ausencia desvirtúa trabajos y desautoriza reclamaciones posteriores. No hubo respeto por parte de Towner, cuyo exceso de ego privó al público (artífice fundamental de que la música en directo exista) de un mayor disfrute. Pero el valor crítico del público hacia lo sucedido fue nulo, resultando en otra falta de respeto, hacia su propia condición de cliente y hacia la evaluación de la obra artística. La explicación (que no justificación) bien podría basarse en que quizás la mencionada mansedumbre se deba a esa pesada herencia del pasado que aún arrastramos en este país, y según la cuál quejarse no es conveniente.


¿QUÉ PUEDES HACER POR TOMAJAZZ? (JUNIO 2006)

Pst… pst, pst… ¡EH! Sí, sí, tú. Al otro lado de la pantalla. No, no mires a los lados, es a ti. Descuida, que sigues siendo un usuario anónimo de internet. Aficionado al jazz, ¿eh? ¿Muchos discos? Unos cuantos. Sí, siempre hay alguien que tiene más. Pero también hay bastante más gente, cada vez más, que tiene menos discos que tú. Engancha el tema, ¿eh? Pues sí, si que hay vicios peores. ¡Y esto es cultura, leches! Vicio, pero cultura ¿O es al revés, “cultura, pero vicio”?

O sea que a veces te pasas por Tomajazz. ¿Por las noticias? No me sorprende. Entre sus propias noticias y el boletín Tomajazz. info ésta debe de ser la forma más rápida de enterarte de lo que pasa en el jazz en España. Y parte del extranjero, también, cierto. ¡Ah!, y por las reseñas de discos también. Y los conciertos. Y los “perfiles”… sí, sí que es un nombre un poco raro para la cantidad de artículos que engloba, que si entrevistas, artículos de fondo… Y las fotos, los vínculos a otros sitios de internet… Los foros, también, cierto, más viciosos del tema… Y el directorio de músicos españoles… Y la Chaminera… Uno se puede pasar un buen rato leyendo, ¿verdad?

¿Te has parado a pensar en la cantidad de cosas de las que te has enterado desde la primera vez que entraste en Tomajazz? ¿Y quién está detrás del cotarro? ¿Cuántos son? ¿Ganan algo por hacerlo? ¿Por qué lo hacen?

Permíteme que te vaya contestando. Sin saberlo, creo que te habrás enterado ya de algunas cuantas cosas: detrás del cotarro está Pachi Tapiz; los colaboradores más o menos fijos suman la veintena de personas; ganar, lo que se dice ganar, no ganan nada; sabiduría y gracia, quizás.

¿Y por qué? Aquí cada uno es de su padre y de su madre, pero tienen todos en común una devoción irreductible hacia esta música, en un país que tradicionalmente ha sido un pedregal. Pero por suerte las cosas van cambiando.

En resumen, éste es el medio de información gratuito sobre jazz en español más leído del mundo. Ha crecido tanto que se ha convertido en una asociación… o sea que, como dijo Kennedy, no se trata de qué puede hacer Tomajazz por ti, sino

¿QUÉ PUEDES HACER TÚ POR TOMAJAZZ?


Muy sencillo: si después de haberte dado una buena vuelta por Tomajazz, crees que merece la pena, te puedes asociar. Visita http://www. tomajazz. com/asociacion/ , donde encontrarás toda la información sobre cómo subirte al carro y a qué se destinará tu cuota. Serás muy bienvenido.


LOS FOTOGRAFOS DE JAZZ: SER O NO SER (AGOSTO 2005)

La fotografía es una de las artes con más fuerza creativa y sin lugar a dudas, una de las más influyentes en nuestro tiempo. Su historia así lo ha certificado, al ser testigo de una gran cantidad de acontecimientos a nivel mundial, lo que ha comportado un beneficio para los profesionales que se han dedicado y se dedican a este arte; aportando una sólida reputación, que se ha extendido a todas las facetas de la actividad humana, incluyendo por supuesto a la música y concretamente al jazz.

La “fotografía de jazz” tuvo sus inicios y máximo esplendor en los Estados Unidos, ya que fue en este país donde nació y así mismo se desarrolló este estilo musical, todo ello gracias a la participación de unos fotógrafos que hoy en día son la envidia del gremio, a consecuencia del alud de trabajos realizados a lo largo de los años. Pero esta actividad artística ha contado a su vez con estupendos fotógrafos a este lado del Atlántico, hasta el punto que tanto los fotógrafos franceses, italianos y centro europeos hayan creado toda una tradición de documentación fotográfica en torno al jazz, que no tiene nada que envidiar a los colegas americanos y que hay que tener en cuenta por la enorme calidad que atesoran.

En España como en cualquier otra actividad artística que se ha manifestado en nuestro país (y al igual que está ocurriendo en la actualidad con los músicos de jazz), se ha pasado de una época en donde los profesionales de fotografía dedicados al reportaje de jazz escaseaban, a encontrarnos con un nutrido número de fotógrafos que han venido desarrollando y siguen desarrollando, a lo largo de años una labor sórdida, callada y de inestimable valor, la mayoría de las veces a costa de sus bolsillos y por infortunio, sin el reconocimiento que se merecen.

El presente artículo quiere llevar a cabo una reflexión en voz alta de algunas actitudes que se están produciendo en la actualidad y que es apreciable en cada concierto y festival que se está llevando a cabo a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional. En España los fotógrafos dedicados a la documentación de los eventos jazzísticos, no gozan de ningún prestigio más bien todo lo contrario, en contraposición a lo que ocurre con sus colegas europeos.

La premisa más básica a la hora de hablar de los fotógrafos es que la opinión de los mismos no se tiene en cuenta para nada. Hay que señalar que hay variedad de fotógrafos en este tipo de eventos y que se pueden clasificar de un lado: los fotógrafos provenientes de los medios de comunicación diarios y los fotógrafos especializados y que van recorriendo conciertos y festivales de jazz en pos de instantáneas fotográficas para las revistas y portales especializados del sector, o bien para proyectos fotográficos de documentación. Todos estos profesionales, en la actualidad están viviendo situaciones en muchos casos ridículas o absurdas que están poniendo en entredicho el trabajo que tan pacientemente están llevando a cabo. A todos estos fotógrafos en la mayoría de casos, se les ha llevado a trabajar en condiciones deplorables, coartando su posibilidad creadora al imponerles situaciones tales como conceder tan sólo tres minutos para poder realizar fotos, o llevarlas a cabo desde la mesa de sonido (con la consabida distancia que hay entre esta mesa y el escenario), o en el tema destinado para ejcutar las fotos se rebaje la luz a extremos impensables para dificultar la toma de las mismas o en ocasiones, no tener ni la posibilidad de realizarlas; como consecuencia de la negativa del artista de no quererlos ver en ningún momento, so pena de suspender el concierto para el caso que alguno de ellos “ose” enfundar una cámara ante su presencia.

Mientras que los profesionales de la fotografía como he comentado, cada vez tienen más problemas para llevar a cabo su labor gráfica, ha aparecido con el tiempo un tercer grupo de fotógrafos que se podría denominar “el público asistente”, representado personalmente por el aficionado (fotógrafo) espontáneo y que utiliza el flash de su cámara de una forma indiscriminada (molestando en grado sumo) y que en la mayoría de los casos no son advertidos ni llamados al orden y que con su actitud, perjudican seriamente las posibilidades de los fotógrafos que se acreditan para llevar a cabo su labor, lo que conlleva el socorrido axioma de “pagar justos por pecadores”. A resultas de la proliferación de cámaras de pequeño formato (y de gran calidad) y de de teléfonos móviles con cámara incorporada, resulta paradójico que en los conciertos en donde el músico no deja hacer fotos, para no ser molestado, el público se reitere en la actitud de realizar fotos durante todo el concierto (movidos por el hecho de tener un recuerdo de un músico o músicos en particular), pero que no cabe duda hacen un flaco favor al gremio de fotógrafos.

Estas actitudes están provocando, (ya sea por el organizador o el road manager de turno), que en muchas ocasiones los fotógrafos se vean sometidos a un auténtico “marcaje al hombre” (en el sentido más literal del término), al ser a veces recluidos y conducidos como reclusos en fila india para dirigirse a la zona que tengan destinada y pasado el tiempo prudencial, ser desalojados a toda prisa del recinto para que no tengan “dudosas tentaciones” de seguir haciendo fotos del concierto. Lo que ocurre es que esas fotos serán realizadas a posteriori por un público, que en la mayoría de ocasiones no tiene el más mínimo escrúpulo a la hora de hacer instantáneas, llegando a molestar tanto a los músicos como al propio público.

No cabe ningún tipo de duda, que la actitud que en los últimos tiempos se están adoptando con los fotógrafos acreditados, están cercenando de raíz la posible capacidad creativa de los mismos, pues a nadie se le escapa que en tres minutos es imposible poder obtener una imagen interesante y de calidad, pasando la fotografía a ser un mero hecho informativo. Estas actitudes están provocando un trato de desconsideración y de desprecio a los fotógrafos que se acreditan (también hay que aclarar que algún fotógrafo acreditado se salta toda indicación o prohibición en arras de una búsqueda egoísta de la imagen que ha venido a obtener y que dejan en entredicho al gremio, ya que esa actitud no sólo molesta a los músicos o al público, sino que también al resto de compañeros fotógrafos), pero que demuestra de una forma clara y contundente el nulo respecto por los profesionales que se dedican a esta labor.

Es hora que en España, la función de los fotógrafos sea reconocida y ante todo respetada y que se deje de perseguir a todos estos profesionales, sometiéndolos en cada concierto a absurdas imposiciones, pues es posible integrar los intereses de todos los interesados (fotógrafos, músicos y público), siempre partiendo de un respeto mutuo, para así de esta forma poder apreciar una actividad que forma parte esencial del jazz y que es la fotografía de conciertos y que puede llegar a provocar la retirada de profesionales cualificados que acaban hartos del repudio al que son tratados y donde su arte no es valorado, a pesar de que hoy en día es normal que muchos festivales realicen actividades paralelas, siendo una de ellas la exposición de fotografías de jazz. Se hace necesario el reclamar para el colectivo de fotógrafos unas condiciones de trabajo más dignas, que permitan velar por sus intereses y para que dejen de estar considerados como un grupo subversivo, irreverente y rebelde.

Lo que no hay ningún tipo de duda es que, las actitudes que se están dando en la actualidad en muchos conciertos, pueden hacer plantear a muchos de los profesionales que se dedican al reportaje gráfico del jazz, el ser o no ser fotógrafos de eventos musicales como es el jazz, circunstancia ésta que no se debe permitir y por la cual se ha de luchar y tratar de mantener.


Juan Carlos Abelenda.


EL MUNDO DEL JAZZ (NOVIEMBRE 2004)

¿Se mueve el mundo del Jazz en España? Las sensaciones son contradictorias dentro de un baile aparentemente caótico y desordenado. Unas veces parece que da un paso hacia adelante. Recientemente ha surgido desde Barcelona una nueva publicación mensual titulada "Revista de Jazz", dirigida por Max Sunyer, a la que Tomajazz da la bienvenida. Una publicación que se suma a la también aparecida este año, con una periodicidad trimestral, “Jaç”, aunque esta sólo para Catalunya. Sumadas a las ya veteranas “Más Jazz” y sobre todo “Cuadernos de Jazz” suponen un reflejo del cada día mayor interés por esta música. Un interés reforzado por la edición de un número especial de la revista "Contrastes" dedicado a la cultura del Jazz. En lo que a “Tomajazz” se refiere este interés se ve documentado por las cerca de 30000 visitas mensuales (superadas en marzo de 2004) que recibe la web.

A veces, sin embargo, el paso de baile camina hacia atrás. Desde Donostia – San Sebastián se anuncia la desaparición del festival Plaza. Un festival diferente por el que han desfilado nombres no muy conocidos por estos lares pero de gran calidad como Mark Feldman, la Asociación Arfi o Beñat Achiary, por citar sólo algunos nombres de diez años de historia. Otra “defunción” encubierta es la del festival “emociona!!! Jazz” que, con la recuperación de la denominación “Festival Internacional de Jazz de Madrid”, ya comentábamos el pasado mes en nuestro editorial. Éste ha aterrizado con la presencia en cartel de figuras de gran renombre pero de un interés más bien discutible (siendo muy benevolentes) en cuanto a su aportación jazzística. Por contra “emociona!!! Jazz”contaba también con propuestas menos populares pero quizá más interesantes. Pero además de que en lo artístico se ha perdido interés (aunque quizá se haya ganado desde la perspectiva de festival como acto social) se suman sucesos negativos como la dificultad con la que han trabajado los fotógrafos “gracias” a las lamentables condiciones que la organización les ha adjudicado. Problemas de espacio y tiempo que incluso generan malestar entre los espectadores (algunos con reacciones ciertamente airadas). Quizá la organización olvida la importancia que ha tenido y sigue teniendo el arte fotográfico en el desarrollo del jazz. Un Arte que desarrollan profesionales que nos merecen el mayor de los respetos y cariño.

Siguiendo con el baile nos encontramos con curiosidades muy significativas. Así, por ejemplo, la Enciclopedia Electrónica Encarta (versión 2005) nos premia, al consultar el término “Jazz”, con una definición de sus “expertos” que determinan el final del desarrollo del jazz en la década de los 80. Por no hablar de la promesa que la ídolo de quinceañeros (seguro que alguno más madurito no le hace ascos), la australiana Kylie Minogue, de publicar un próximo disco de jazz. Esperamos con ansiedad su edición (seguimos siendo muy... no, benevolentes no, mentirosos).

Pero todo baile tiene su premio. Los de graduación adolescente “made in USA” suelen terminar con la reina y el rey del baile. El nuestro, más modesto, termina con la buena nueva de una “Mención de Prensa” que el mítico “Johnny” madrileño (es decir, la Asociación del Colegio Mayor San Juan Evangelista) ha concedido a nuestra web www. tomajazz. com. Una mención que agradecemos de corazón viniendo de un buen grupo de aficionados que hacen posible a los madrileños el disfrute de conciertos de figuras internacionales y nacionales de gran interés. ¡Muchas gracias!


PROGRAMADORES EN LA SOMBRA (OCTUBRE 2004)

Pocas veces trasciende para el gran público el nombre de los verdaderos culpables (para bien y para mal) de que unos músicos u otros ocupen el cartel de las programaciones de festivales y ciclos. Normalmente, una vez el trabajo sucio está hecho, es el concejal o alcalde de turno quien ocupa la fotografía de prensa con las explicaciones pertinentes.

No es que aquí, en Tomajazz, estemos especialmente satisfechos de esas labores (las de en la sombra y las fotografiadas) pero es justo reconocer que dentro de la maraña de programaciones algunos nombres hacen bien su trabajo. O hacían, habrá que decir en algún caso.

Madrid recupera este año la denominación "Festival de Jazz de Madrid" para lo que en los últimos era conocido por "emociona!!! Jazz". Esta última fórmula ha llevado a la capital española nombres poco habituales en las grandes programaciones; nombres, por lo general, del jazz hecho en Europa, en contraposición a la generalizada y masiva contratación de músicos estadounidenses que una gran parte del resto de ciclos realiza sin prestar atención al interés artístico de la propuesta. Con sus defectos (escasa presencia de músicos nacionales, por ejemplo) "emociona!!! Jazz" se había convertido en un referente para un gran (¿?) sector de los aficionados al jazz en España. La fórmula, combinación de gustos y procedencias muy diversas, funcionaba.

Este año el gran ciclo de jazz madrileño cambia de manos. Y, a priori, la filosofía cambia. Los nombres conocidos hasta el momento son, en muchos casos, de muy buenos músicos, pero la percepción que genera el ciclo es que pasa a ser otro más de los muchos que hay en vez de un referente diferencial. Deseamos la mejor de las suertes a esta nueva etapa pero no obviamos que el cambio deja a un lado a uno de los programadores con mayor personalidad de los que contamos por estos lares, Luis Martín.
 
Tomajazz


CORTINA DE HUMO (SEPTIEMBRE 2004)

Por segundo año consecutivo dedicamos en Tomajazz un espacio preferente a la Muestra de Jazz del Injuve, a día de hoy prácticamente el único referente de nuestro país en cuanto a la promoción de los jóvenes grupos y solistas de jazz. La Muestra (que culmina en Ibiza cada verano) la organiza del Instituto de la Juventud (Injuve), dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales. Es decir, este Ministerio cumple con la función institucional de promoción cultural que se le supone a un organismo de estas características.

Cada verano tres jóvenes grupos del jazz nacional son seleccionados por parte de un tribunal en base a la maqueta que cada cual envía. Los tres seleccionados tendrán la oportunidad de realizar tres o cuatro actuaciones en condiciones meridianamente dignas que culminan con la presencia en la Muestra de Jazz del Injuve en Ibiza.

Si nos quedáramos con estos datos la conclusión sería ciertamente positiva. Los grupos jóvenes tienen el apoyo y difusión necesarios para salir adelante por parte de las Instituciones públicas. Pero si damos un paso más allá del titular y buceamos en la noticia nos encontraremos con que la labor del Injuve no es si no una cortina de humo que tras de sí esconde el más oscuro de los porvenires. Ese que traslada al grupo Injuve al desierto y a la vez jungla de la contratación de conciertos. Ese que te muestra la cara más realista del jazz en España. El de los peleados bolos de 50 Euros por barba. No hay continuidad. La promoción junior no tiene consecuencia sénior.

Es de agradecer que la propia dirección de la Muestra del Injuve, personificada en la figura de Borja Judel, no calle las carencias que año a año han llevado a la reducción presupuestaria (ver entrevista) de una Muestra absolutamente necesaria a pesar de sus tremendas limitaciones (¿se puede llamar circuito a sólo cuatro actuaciones?). Tan importante como fortalecer y regenerar la función del Injuve sería que esta labor tuviera continuación posterior con la difusión de grupos profesionales y artistas asentados. Mientras esto no sea así, la Muestra quedará como el bonito sueño de una noche de verano.
 
Tomajazz


SOBRE LA MÚSICA (AGOSTO 2004)

Hacer cosas aunque no sepamos qué son / To make things though we might not known what they are
Theodor W. Adorno. Sobre la música informal / Vers une musique informelle. 1961


ZAPATERO Y LA MÚSICA (JULIO 2004)

Dentro de la política de "talante y diálogo" del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, el mundo de la música tuvo la posibilidad de exponer en primera persona sus problemas en una reunión con el presidente en La Moncloa. Hasta aquí todo perfecto. Pero ¿de verdad fue el mundo de la música y sus problemas los que comparecieron en la residencia presidencial?

No vamos a entrar a valorar la categoría artística de muchos de los allí presentes (Bisbal, Andy y Lucas... ). Sin embargo la primera sensación es que la música tenía muy poco que ver con quienes allí la representaban. Sus nombres están más cercanos al mundo del espectáculo que al del arte musical. Ver en sus vestimentas una pegatina con el lema "La música se muere. Ayúdanos" sonó excesivamente vanidoso. La música existe hace muchos siglos y seguirá existiendo con o sin ellos. Una pegatina más certera diría: "El negocio se resiente. Ayúdanos".

Resulta "sorprendente" que se plantee la piratería como el tema estrella que preocupa al mundo musical. Seamos serios. La piratería afecta a un escaso número de "artistas" que no es que pierdan dinero, si no que dejan de ganarlo. Perfecto. Si es ilegal que se establezcan los medios para erradicar la piratería con fines lucrativos. Pero a los miles de músicos de este país que diariamente se esfuerzan en trabajar sus instrumentos, ensayar, componer... no les preocupa la piratería, les preocupa SOBREVIVIR.

Existen en este país unas perspectivas de supervivencia musical muy complejas. No existen locales dispuestos a programar en condiciones dignas, siendo menor su número día a día "gracias" a normativas absurdas que en algunos casos llegan hasta el extremo de prohibir publicitar los conciertos. Cada concierto supone una inversión personal del grupo X que termina pagando por tocar ante la imposibilidad de vivir de su música.

Son muchos los problemas que se añaden a este pequeño gran ejemplo de las dificultades de un músico en España. Problemas que comparten el 90% de profesionales de la música. El otro 10% (siendo generosos) se preocupa de ganar más y de no tributar los 3 meses al año que no están de gira. ¿Giras? Suerte si hay un bolo al mes por 60 euros músico (y sin contrato, claro).

Hablemos de música si es que queremos resolver los problemas de la música y hablemos de industria si queremos resolver problemas como el de la piratería. Pero que no se mezclen dos campos tan antitéticos por mucho que, para la gran mayoría social, música signifique radiofórmula.

Tomajazz


MÚSICOS ¿Y OYENTES? (JUNIO 2004)

¿Son los hechos prácticos un reflejo de la realidad musical? Si en aspectos como los criterios de programación y las condiciones de actuación en nuestro país la conclusión es negativa, no lo es menos en un aspecto no menos importante como es el interés de los propios músicos ante las propuestas programadas.

Resulta sorprendente, como aficionados al jazz, la ausencia crónica y masiva de músicos en la mayor parte de los conciertos que tienen lugar a lo largo y ancho de la península. Lo mismo da que sean conciertos puntuales y aislados o integrados dentro de los así llamados festivales de ¿jazz? Salvo el caso puntual de unas pocas figuras extranjeras con un especial atractivo mediático, la ausencia de músicos patrios entre el público está más que garantizada. Esto da lugar a una situación especialmente paradójica es algunas pequeñas ciudades sin apenas oferta jazzística.

Ha sucedido en Pamplona el último fin de semana de mayo, pero es perfectamente extrapolable a una mayoría de ciudades de tamaño pequeño y mediano, e incluso a las grandes ciudades. Resulta sorprendente que, ante la visita del contrabajista Baldo Martínez (uno de los mayores exponentes del jazz nacional) junto al clarinetista y saxofonista Carlo Actis Dato (uno de los mejores sopladores a nivel europeo), la plana mayor de los saxofonistas "profesionales" del Viejo Reyno (supuestamente tierra de saxofonistas) brillase por su ausencia total. Es paradójico que aquellos que se supone están desarrollando su carrera como músicos (las "figuras" ¿consagradas?) o en proceso de hacerla (¿con los cinco sentidos puestos en absorber nuevas ideas y formas de entender la música?) sean tan refractarios y reaccionarios a ciertas propuestas.

Cierto es que ni son mediáticamente muy atractivos (lo suyo es moverse por pequeñas discográficas y expandir el proyecto gracias al intercambio de los aficionados), ni son americanos (para colmo Baldo es español, una dificultad añadida), ni practican el jazz en su vertiente más conservadora.

Quizás esto no sea más que un reflejo de su falta de interés por escuchar jazz (de cualquier tipo) y de un exacerbado individualismo, traducido en muchos casos en la falta de solidaridad con sus compañeros de profesión.

Dejaremos para otra ocasión a los medios de comunicación, especializados y generales. Ausentes de la mayor parte de los eventos jazzísticos de interés (sólo importa el nombre, para nada la propuesta) y centrados la mayor parte de sus redactores en las barras de los servicios de venta de bebidas cuando tienen a bien aparecer por esos grandes eventos sociales.
 
Tomajazz


LA EXCEPCIÓN CULTURAL (MAYO 2004)

Ha sido la cultura uno de los sectores (si como tal existiera en comunión) más críticos con la política del gobierno saliente del Partido Popular. Todos podemos tener en mente cuáles han sido los temas sociopolíticos más sensibles que han generado algunas reacciones públicas de lo más sonadas. Pero más allá de todo ello prácticamente nadie en el mundo de la cultura se encontraba amparado por las políticas de un ministerio, el de cultura, dirigido en los últimos tiempos por Pilar Del Castillo en clara confrontación con ciertos nombres propios.

La llegada de los socialistas (de nuevo) al poder trae consigo el término "excepción cultural". Una terminología de inspiración francesa con carácter proteccionista. La verdad es que el nombre dicho así no resulta muy estimulante. Tiene connotaciones poco democráticas. Pero más allá de consideraciones puramente anecdóticas (o quizás no) el fondo de esta política cultural es la defensa de lo patrio y un trato de excepción a la cultura del mercadeo propio de nuestra sociedad capitalista. Se le supone un bien de interés tan general como para que se vea sometida a los avatares del mercado y a la venta del mejor postor.

Dos puntos, por lo tanto, fundamentales: la defensa del artista nacional y el no mercadeo con la cultura. Sobre el primero desde luego seguimos defendiendo nuestra utópica "política" de contrataciones en base al nivel artístico que no al DNI. Sobre lo segundo, el mercadeo, podemos distinguir varias cuestiones. Por un lado, la figura del programador. ¿Alguien cree que la política no va a seguir siendo la de contratación en base al éxito económico y social? Ningún político se permite el lujo de prescindir de la foto de masas. Por otro, la política del mejor postor. La experiencia de muchos artistas dice que la contratación (y no sólo en el ámbito privado) viene determinada no por la calidad si no por la cantidad (cuanto menos mejor). Quienes no tienen la fortuna de contar con un programa televisivo detrás que popularice su rostro no tienen, ni de lejos, las mismas opciones de contar con un caché digno aun cuando su creación artística pueda ser infinitamente superior. Quien se permite el lujo de pagar millones a ídolos de cartón niega las migajas a quien invierte su vida en la creación artística.

Las bases de esta ley de excepción cultural se ponen justo cuando está a punto de iniciarse el Forum de Barcelona. Un ejemplo de cómo quedan muchas cosas por hacer en este país. Entre ellas la educación de la población. Atracón de meses para, palmadita en la espalda, congratularnos por lo cultos que somos. Y luego en el día a día, que es el que de verdad importa, no hacer el mínimo esfuerzo por acudir a ver, oír... manifestaciones artísticas. Desde luego si dinero hay para montar semejante montaje debe haberlo también para que los músicos de este país puedan viajar por él y tocar sin pagar por ello.

Tiempo habrá para comprobar los aciertos y desaciertos del nuevo gobierno en materia cultural. Porque lo de la ley, ¿no será sólo para el cine, verdad?

Tomajazz


...DONOSTI (MAYO 2004)

Si malo para el mundo fue el trío de las Azores (a la sazón Bush, Blair y Aznar) no menos malo para la salud mental del aficionado al jazz es el trío vasco de festivales de verano de este año. El pasado mes ya dimos el correspondiente repaso al esperpento vitoriano y al "extraño" cambio de rumbo getxotarra. Ahora la puntilla la da el decano festival de Donostia - San Sebastián.  

Pensémoslo desde el punto de vista mediático. Recordemos que la única presencia del jazz en Televisión Española es la de Vitoria y Donosti en sus escenarios centrales. Bien, este año el jazz aparecerá en televisión con los siguientes nombres: Carlinhos Brown, Steve Winwood, The Daughters of Soul, Cachao y su Orquesta o Rubén Blades (entre otros).

Aunque esperados estos carteles siguen sorprendiendo año tras año y no desde luego para bien. Lanzamos desde aquí, una vez más, la sugerencia del cambio de denominación de estos certámenes. Festival de Música de Verano de Vitoria y Muestra de Músicas Varias de Donosti se ajustarían mucho mejor a una realidad muy alejada del jazz.

Tomajazz


Y LOS CICLOS DE JAZZ (MAYO 2004)

Siempre es una buena noticia para los aficionados el tener noticias sobre instituciones que se animan a trabajar con propuestas jazzísticas alejadas de los tan habituales, manidos y lamentáblemente homogéneos festivales de verano y otoño que inundan España. Los aficionados navarros no podemos sino felicitarnos por la iniciativa del Auditorio de Barañain (localidad limítrofe con Pamplona) en programar un ciclo de “Jazz Europeo” a lo largo de los meses de marzo y abril de 2004, en el que se han ido sucediendo diversas propuestas nacionales y foráneas. Si a esto se añade la confianza de sus programadores en una propuesta de este tipo por medio de su segunda edición el año que viene, esta noticia es doblemente buena, en el deseo de que un ciclo con estas características se afiance entre tanta propuesta anodina e intrascendente, jazzística, que no mediáticamente hablando.

Sin embargo estas buenas noticias y mejores intenciones, merecedoras del apoyo de los aficionados por la valentía de sus propuestas en un panorama tan plano jazzísticamente hablando, no debieran servir para ocultar diversas carencias, algunas comunes a una gran parte de festivales.

Entre los aspectos negativos y como asistentes a los conciertos, no se entiende muy bien por qué una propuesta como la de Baldo Martínez tuvo que ser relegada a una sala montada en la parte trasera del amplio escenario del auditorio, máxime cuando otros artistas (y sus oyentes) disfrutaron de las comodidades físicas y acústicas de un moderno auditorio. Esta sala trasera, notablemente mejorable, perjudicó no sólo a la acústica, sino también a la comodidad de los espectadores, situados en un patio de butacas constituído para la ocasión por unas cuantas filas de sillas de cuestionable comodidad.

También surgen una serie de cuestiones comunes a otros festivales-ciclos-conciertos. Seguimos sin entender por qué en este tipo de eventos no se establecen diferentes precios para las entradas en función de la condición del asistente. No estaría de más establecer algún tipo de precio reducido para unos determinados tipos de público: estudiantes, parados, jubilados... por ejemplo. Y por supuesto los niños, el futuro de la afición al jazz.

Común también a otros festivales, seguimos echando en falta otro tipo de actividades adicionales. En el caso de Barañáin, la exposición Jazz Voyeur del menorquí Gerardo Cañellas fue el único complemento a los conciertos a partir de la segunda mitad del ciclo, sin llegar a permanecer en exhibición hasta su finalización. Los anuncios pagados en la prensa hablaban de una exposición con unos horarios incompatibles con los de los conciertos, salvo que se esperase hora y media desde el final de la exposición hasta el inicio de los conciertos. Afortunadamente, la labor de información no funcionó bien y los conciertos se pudieron complementar con la visión (amontonada por la falta del espacio necesario para la exposición) del trabajo del fotógrafo. No estaría mal añadir otras actividades: clases magistrales impartidas por los músicos participantes en los conciertos, ciclos de conferencias, audiciones guiadas o muestras de la interacción del Jazz con otras actividades creativas como son la pintura, el cine, la literatura o el diseño...

Para finalizar, como suele acontecer habitualmente, destaca la sangrante falta de sincronización y coordinación entre diversos programadores, en muchos casos con dinero público. Esto no revierte sino en perjuicio para los aficionados. En el caso de Barañáin-Pamplona, no parece muy lógico que con tan poca actividad jazzística en ambas localidades, los aficionados tuviéramos que decidir entre dos conciertos celebrados simultáneamente. Cinco meses con sus 150 días, no son un espacio suficientemente amplio para programar ocho (¡8!) conciertos (5 el Auditorio de Barañáin y 3 la Universidad Pública de Navarra en su ciclo Universijazz) sin evitar la coincidencia de algunos de ellos en el tiempo. No estaría de más un mínimo de coordinación entre las escasas instituciones (Universidad Pública de Navarra y Auditorio de Barañain en este caso) para cuidar mínimamente a los aficionados, que al fin y al cabo somos el soporte de la continuidad de SUS propuestas.
 
Tomajazz


GETXO, VITORIA Y MADRID (ABRIL 2004)

Como cada año por estas fechas se empieza a conocer el contenido de los festivales que cada verano cuasi-monopolizan la actividad jazzística anual de nuestro país. Las sensaciones suelen ser similares año tras año. Con una actitud de infantil inocencia algunos aficionados esperamos que las "plegarias" anuales sean por una vez llevadas al escenario. El resultado de nuestro credo suele ser el de la incredulidad ante semejantes despropósitos. Y este verano uno de ellos llega con especial dolor.

Getxo ha sido siempre el pequeño festival al que asirse ante la avalancha desmesurada de festivales clónicos cocinados con productos yankees removidos por la cuchara multinacional. Un festival destinado a lo europeo, a grupos del viejo continente difíciles de ver en la España de la política y cultura americana (del Norte). Los últimos años llevaron a la concesión de la última jornada del evento a grupos norteamericanos o de latina atracción en el ánimo de captación de la atención mediática. Se podía incluso hacer la vista gorda si el resto de días era para lo que de Getxo nos interesaba. Pero no este año. Getxo ha perdido identidad.

Getxo presenta este año un cartel descafeinado sin aparente común denominador. No tenemos ningún problema en que McCoy Tyner aparezca por Getxo, pero suena a nombre obvio para otro tipo de carteles. No tenemos problema en que Chano Domínguez siga recorriendo la península de festivales, pero días después estará en Vitoria. No tenemos problemas en que Barbara Hendricks muestre su poderío vocal en el cierre, pero no es lo más estimulante que uno pueda esperar de este certamen. La diferencia de Getxo es, este año, semejanza.

Lo de Vitoria-Gasteiz era más esperable aunque su programa suene un tanto esperpéntico y maniatado. Cada año menos jazz y más de lo mismo, aunque su director se encargará de remarcar, llegado el momento, que Vitoria ofrece cada año lo mejor de la cosecha jazzística internacional. No lo es, aunque como siempre habrá que bucear para encontrar alguna cosita que sí justifique el paseo a la capital vasca.

¿Españoles en cartel? La reivindicación de "Nuestro Jazz" recoge en Vitoria la siembra de quejas: Chano y Paco. El optimismo, un año más, a la nevera.

Como contrapunto al desencanto estival llega la primera edición en Madrid de un festival de "jazz a solo". Conciertos de jazz e improvisación con la presencia de un único músico en escena. Durante cuatro días (22 al 25 de abril) en dobles sesiones veremos una de las fórmulas musicales más arriesgadas y de la mano de músicos españoles. Una faceta, la del solo, que hasta la fecha tenía casi un único exponente en el alicantino Ramón López y que ahora nos ofrecerán, entre otros, Marcos Monge, Chefa Alonso o Antonio Bravo. Todo un acierto organizado por el Colegio Mayor Luis Vives y Radio Autónoma que merece el mayor de nuestros reconocimientos... ¡qué dure!

Tomajazz


HAY MOTIVO (MARZO 2004)

"Hay Motivo" es el título de la película documental en la que un buen grupo de directores del cine español repasa los muchos aspectos sociales que viven en estado carencial en España. De nuevo el cine, de nuevo el séptimo arte como demostración de unidad de acción. De nuevo el arte como denuncia de la injusticia. Porque motivos, haberlos hailos.

No es la primera vez que mencionamos el cine y sus gentes como ejemplo a seguir por parte de las gentes del jazz en España a la hora de reivindicar las mejoras que son absolutamente necesarias. La tan ansiada unión "sindical" del gremio encuentra desde hace meses su altavoz a través de la Plataforma "Nuestro Jazz".

Desde la constitución de la plataforma hasta hoy (todavía no se ha cumplido ni un un año) muchas voces han surgido en el camino. Voces cuyo discurso ha caminado entre la adhesión y la crítica. Todas ellas son positivas ya que significa que el movimiento ha calado y no deja indiferente.

Dice Perico Sambeat - voz solista del jazz en España - en una entrevista con Tomajazz, que no está de acuerdo con algunas reivindicaciones de la plataforma. Considera que habría que "conseguir una mejora del músico a nivel general, a nivel legal y a nivel laboral. Creo que hay que pelear más por ese frente que por cualquier otro". Y al igual que su compañero de escenario Marc Miralta nos decía hace unos meses no es partidario de "quejarnos mucho. Pienso que con la calidad y con el rigor que decía antes se consigue lo que tiene que ser. Con el tiempo los músicos españoles estarán en los escenarios porque es lo que toca y la calidad es cada vez mayor. "

Estamos de acuerdo con Perico en que habría que intentar conseguir una mejora de las condiciones laborales del músico. Que dar la mitad de lo ganado en un concierto (muchas veces 10000 pesetas) a la Seguridad Social es desproporcionado. Algo en lo que no dudamos trabaja la plataforma. Y lo hace partiendo de la queja de cómo están las cosas en España para el músico de jazz. Una queja razonada que demuestra que a pesar de la calidad y rigor - de la que habla Perico - el músico nacional lo tiene muy complicado para mostrarse en condiciones ante el público.

Uno de los primeros logros visibles de la plataforma ha llegado con el inicio de un ciclo de conciertos, organizados por el Ayuntamiento de Madrid, que cada último sábado de mes presenta a un grupo de la escena madrileña en unas condiciones medianamente dignas. Un logro conseguido desde la unión. Un hecho que demuestra que sí se puede mejorar si el músico nacional se une en un frente común. Y que aunque existan ya otras asociaciones en España de carácter autonómico es muy importante - por no decir decisivo - la existencia de una con pretensiones nacionales, que sirva incluso como nexo de unión de todos esos esfuerzos geográficamente tan localizados.

Confiamos en que la plataforma no se detenga en un ciclo. Confiamos en que la "lucha" continúe también en la búsqueda de mejoras salariales y sobre todo en la mejora de las condiciones generales de trabajo. Pero para que eso suceda es preciso que todos y cada uno de los actores del jazz en España estén unidos. Con voces discrepantes sí, pero voces que con la discrepancia aporten ideas y apoyo. Voces que no se bajen del tren a mitad de camino. Porque desde luego, hay motivo.

Tomajazz


¿BOMBA INFORMATIVA? (MARZO 2004)

El pasado sábado 28 de febrero Baldo Martínez tenía previsto subir al escenario del Conde Duque madrileño para presentar al público su último trabajo "Zona Acústica I" con el cuarteto acústico. Unas 700 personas que abarrotaban el recinto tenían previsto escucharle. Y cuando todo estaba a punto llegó la noticia: desalojo por amenaza de bomba.   Noticia que al día siguiente no lo fue en prensa.

Desconocemos las motivaciones de quien llamó. Estas pueden ir desde la broma de mal gusto hasta intereses que preferimos no creer. Con independencia de ello ninguna motivación puede justificar la violencia por inocente broma que pretenda ser. Así como también es censurable el olvido de la prensa en un acto donde centenares de personas estaban reunidas. Si la noticia no interesa ni con bomba imagínense en lo musical.

Tomajazz


LA TRADICIÓN EN EL JAZZ (MARZO 2004)

Son interesantes las reflexiones que uno escucha acerca de la tradición el jazz. Resulta curioso que se eche esta en falta solamente en los músicos que practican la "vanguardia". ¡Cómo si los que tocan en los estilos basados en la "tradición" no necesitaran un fuerte conocimiento de ella!

Quizás precisamente la cuestión sea lo que se considera como "tradición". Un vistazo a las propuestas que llegan a un mayor número de aficionados (por presencia en los medios de comunicación y en los festivales) quizás nos dé una pista sobre el particular. Da la impresión de que para determinada gente ciertos estilos u orientaciones estéticas están fuera de la "tradición". Cosa totalmente absurda (para quien esto escribe), ya que muchos de esos estilos nacieron hace más de veinte, treinta e incluso cuarenta años. Dos ejemplos son el free y la libreimprovisación, siempre ambas en la "vanguardia", ya con más de 30 años a sus espaldas.

Por tanto y como aficionado pido públicamente un conocimiento de la Tradición por parte de los músicos. No sólo a los practicantes de la "vanguardia" sino a los que pretendan decir algo con voz propia dentro de esa música tan amplia etiquetada como Jazz.

José Francisco Tapiz


POLOS OPUESTOS (FEBRERO 2004)

Ahora que los festivales de jazz en España están más que nunca en el centro de las miradas críticas del jazz español, el concejal de cultura del ayuntamiento de Oviedo (Alfonso Román López del Partido Popular) promete un festival para su ciudad en verano. Ese festival se celebraría al amparo de los desarrollados en Vitoria y San Sebastián lo que "nos permitiría contar con la principales figuras a un coste inferior". Además se incluirían en cartel músicos del ámbito del blues, del "Rhythm & Blues" así como artistas regionales y nacionales.

No es mala noticia el nacimiento de un nuevo contenedor de jazz. Lo que si es malo, a priori, es la declaración de intenciones inicial. Contar con las principales figuras de Vitoria y San Sebastián nos asegura otro clónico. Otro festival más a sumar a la plétora incontenible de festivales clónicos que llevan la palabra jazz en su denominador pero que no predican con el dicho. Algo que sería contradictorio dado que el PP es el partido del "dicho y hecho".

La inclusión de artistas del "Rhythm & Blues" huele a "busquemos nombres de enganche para salvar la cosa". Así todos estarán contentos. Unos tendrán su festival de jazz, y otros algo de lo que presumir. Que de la boca del concejal salgan las palabras "permitiría contar con las principales figuras" dice mucho de la suficiencia de la clase política. Una política que sitúa en el cargo de concejal de cultura, habitualmente, a personas que poco o nada tienen que ver con ella. Mil y un oficios ocupan el cargo. Desconozco el caso de López. Dice que dejará asesorarse por expertos. Pero mucho nos tememos que la opinión experta tendrá que elegir del abanico ya predeterminado de Vitoria y San Sebastián (entre otros). Mientras tanto, concederemos el beneficio de la duda... ¡qué remedio!

Pero no todo son noticias bajo sospecha. Dos merecen en especial nuestra atención. Empezaremos por el plausible riesgo asumido por "Arco y Flecha", empresa dedicada a la programación, contratación, promoción... de músicas creativas. Una iniciativa privada que por interés debiera ser de "interés general". Una de sus caras más arriesgadas es la producción de espectáculos. Ahí es donde el promotor se la juega. Si además es privada la iniciativa el riesgo es mayor. La dependencia de la asistencia de público es total. Pero sin riesgo no hay emoción en la vida y para este 2004 "Arco y Flecha" nos ha preparado un cartel de lujo que incluye nombres como Joey Baron, Uri Caine, William Parker, Tim Berne, Muhal Richard Abrams o Ellery Eskelin. Nombres que estamos casi seguros no aparecerán en el cartel ovetense pero que son realmente los de "principales figuras". Nombres que por sí mismos merecen una visita a la ciudad condal (lugar de los conciertos). Desde Tomajazz seguiremos con especial atención el ciclo. La mejor de las suertes (o mejor, justicias) para el ciclo.

La otra buena noticia nos llega de Madrid. Allí se inicia un ciclo en el Patio de Conde Duque cada último sábado de mes que pretende mostrar la escena madrileña y nacional del jazz. Es el primer gran éxito de la Plataforma "Nuestro Jazz". Una demostración de que con la unión SÍ se pueden conseguir objetivos... a pesar de algunos pasotismos.

Tomajazz


ENERO 2004

Termina 2003, empieza 2004. Casi es final de mes, hoy es 30 de diciembre, y el maldito bloc de notas (cosas de la informática) sigue en blanco. Y no es por falta de ideas. Es por no saber si es o no apropiado. Lo común en estos días es el repaso a lo sucedido en el año y al estado de las cosas. Pero no es fácil. Sólo hay que ver el magnífico artículo escrito por Carlos (Pérez) sobre el jazz en España (http://www. tomajazz. com/perfiles/jazzpana_debate_abierto. htm) y conocer algunas reacciones suscitadas para saber que es una labor ciertamente complicada y en muchos casos víctima de la incomprensión. Y no, la verdad es que no deseo que nadie venga con sus quejas sobre si no he hablado de tal tema, que si se me ha olvidado este otro, o que me echen en cara que los clubes en España son un remanso de silencio (cuando hace quince días en un local local un servidor luchaba por seguir la música a tres metros del escenario entre un mar de murmullos que venían de cinco metros atrás). Así que no, no voy a hacer un editorial sobre el estado de las cosas.

Siempre está eso tan socorrido de comentar lo más destacados de 2003. Cosas hay... aunque la sensación no es muy positiva. Seguimos siendo el país con mayor cantidad de festivales veraniegos y otoñales... pero se siguen echando en falta en muchos de ellos no a músicos en concreto, sino a músicas en general. El jazz europeo, mejor no hablo del jazz nacional que mojaría el teclado, propuestas que que no vengan de la mano de las grandes discográficas-promotoras internacionales, que se dejen de utilizar los gustos de no se sabe qué públicos virtuales como coartada de unas programaciones guiadas por no se sabe (aunque se sospecha) qué intereses ocultos. También es cierto que no todo es así. Por suerte están esos núcleos de resistencia (promotores, festivales, encuentros musicales) que se empeñan en seguir trayéndonos propuestas que por sí mismas no son a priori buenas o malas, sino distintas. Propuestas que en muchos casos son insultantemente ninguneadas por los gestores de algunos festivales, que hace mucho tiempo ya que perdieron el apellido "Jazz". Mejor no hablo de esto, que el panorama no es muy alentador, la verdad. Alguna mejora hay, pero falta todavía mucho por aprender y un largo camino por recorrer. Mejor no digo nada sobre esto.

Quizás estaría bien el hablar de los músicos españoles que se han unido en 2003 para reclamar que se reconozca la calidad de sus propuestas. Sí... No... mentiría si dijera que me parece excelente cuando a veces da la impresión de que hay mucha adhesión por puro compromiso. Que aparecen palmadas vacías en la espalda. Que a veces es mejor aplicar aquello de que trabajen los demás en vez de comprometerse. No sé si sería capaz de no mostrar mi perplejidad ante la pasividad frente a asuntos tan importantes como son el ganarse el sustento diario y mejorar las condiciones de trabajo. Así que no, mejor no hablo de ello.

Y sigue esto en blanco. Y no me queda mucho tiempo... A ver, ideas, venid aquí... si podéis... si os dejo... bien... una carta a los Reyes Magos. A ver, qué me gustaría...

Que los interesados se involucraran en echarnos una pequeña mano para poder seguir adelante con esto de Tomajazz. Cosas sencillas. Enviar alguna foto que se pida, acceder a ser entrevistados para promocionar sus propuestas, adelantarnos algunas pequeñas informaciones para poder preparar entrevistas y que no sean siempre a toda prisa y a última hora... No, mejor no digo eso que voy a parecer un pedigüeño. No...

¡Madre mía! El tiempo que se echa encima... ¡Ya está! Asunto solucionado.

Muchas gracias a todos (que sois muchos y de muchos sitios), de corazón, por ayudar a sacar adelante este (vuestro) proyecto que es Tomajazz.


EL RESPETABLE (DICIEMBRE 2003)

Ahora que prácticamente ha concluido el festival emociona!!! Jazz en Madrid cabe hacerse unas cuantas preguntas sobre la respuesta del público a este tipo de música.

Resulta que en un certamen que ha presentado un muestrario en general bastante equilibrado e interesante de estilos y músicos de jazz, ha habido llenos en la mayoría de los conciertos o, al menos, dos tercios de entrada. Es decir, que ha sido un éxito de público (otra cosa es el resultado económico, pero no tenemos datos al respecto). ¡Y, milagro!: no ha hecho falta recurrir a músicos con gran tirón que nada tienen que ver con el jazz, sean de pop como Van Morrison (por mucho que ahora grabe para Blue Note) o de funk como Maceo Parker.

De acuerdo, estamos hablando de una gran capital como Madrid con varios millones de habitantes que han llenado unos locales de un aforo entre pequeño y medio. Pero es que el resto del año la oferta de jazz en Madrid es casi nula y se trata de una música minoritaria con muy escaso potencial económico.

Es cierto, ha habido nombres con poder de convocatoria –a escala del jazz- como Chick Corea, Jan Garbarek, John Scofield o Elvin Jones, pero también otros como Nils Wogram, Enrico Pieranunzi, Michael Moore (nada que ver con el oscarizado cineasta-escritor-polemista) o John Surman (en solo absoluto) únicamente conocidos por un puñado de enterados (al menos en Madrid Distrito Federal).

La valoración de los conciertos ya es algo totalmente subjetivo pero, para quien esto escribe, han sido precisamente las actuaciones de los artistas menos conocidos antes citados las que han tenido un mayor interés. Y, por cierto, en todas ellas hubo llenos y una incontestable respuesta positiva del público.

Claro, nos encantaría un festival con Cecil Taylor, Barry Guy, Ellery Eskelin, Henry Threadgill, Agustí Fernández, Tim Berne, Andrew Hill, Carlo Actis Dato, Bill Dixon, William Parker, John Zorn, Baldo Martínez, Marilyn Crispell, Ken Vandermark, Joe McPhee, Gianluigi Trovesi, Peter Brötzmann, Ramón López, Misha Mengelberg, Tom Varner, ROVA, Susie Ibarra, Anthony Braxton, Ran Blake y Dave Holland, por citar tan sólo unos cuantos*.

Pero, somos conscientes de que en tiempos dominados por operaciones –y guerras- triunfales no se pueden pedir peras al olmo. Y bastante es que, tras una larga sequía jazzística en la capital del reino, desde hace tres años podamos disfrutar en otoño de algunos conciertos más que interesantes (junto con otros que... bueno, mejor quedarnos con lo positivo).

Tal vez la respuesta del público a un festival como emociona!!! Jazz debería hacer reflexionar a esos organizadores que aderezan el cartel con nombres que poco o nada tienen que ver con el jazz o que privilegian los estilos más ligeros al considerar que el respetable no va a soportar una música etiquetada como “difícil” (también están aquellos que ceden ante la “presión” -dulce presión- de las grandes discográficas). A lo mejor resulta que “ahí fuera” hay gente que disfruta del jazz creativo y exigente. A lo mejor resulta que hay más gente con amplitud de miras de lo que se cree. A lo mejor lo que hay que hacer es dar a conocer esa música a la gente. Como decía, Aldous Huxley, “sólo odiamos realmente aquello que desconocemos”.

* Si algún programador necesita que les demos más nombres, aquí estamos, para lo que gusten. Y encantados.

Diego Sánchez Cascado


UTOPÍAS (NOVIEMBRE 2003)

Uno de los mayores problemas que sufre el jazz en España (e imagino que en gran parte del mundo) es la falta de socialización de los esfuerzos. La lucha individual obtiene resultados puntuales alejados del golpe de efecto que supone la unión de las voces. Una dinámica que pretende cambiar en la actualidad la plataforma "Nuestro Jazz".

Ya hemos hablado aquí de uno de sus aspectos más polémicos: la instauración de una cuota porcentual fija de músicos españoles en los festivales, ese gran escaparate para la promoción mediática. Una dinámica, la actual, que parece difícil de cambiar teniendo en cuenta los criterios (¿?) que se manejan en la conformación de esos carteles. Una muestra más la tenemos en los festivales que arrancan en estos días en Madrid, Granada, Zaragoza... Pero aunque incluso se llegara a un consenso en ese aspecto, quedan otras muchas caras por lavar. No olvidemos que los festivales son pan para hoy, hambre para mañana. El día a día es el que define la calidad de vida de cualquier profesional.

Los clubes de jazz son el frágil sustento para la acogida del jazz en escena durante el curso lectivo. Locales de iniciativa privada que, obviamente, no están en condiciones de pagar dignamente por un trabajo. Sí, digo bien, trabajo. Trabajo es precisamente la música. Como en cualquier oficio la vocación no exime del cobro. Y no son los clubes ni lo suficientemente numerosos ni lo económicamente potentes como para mantener al músico.

Un músico tiene hoy en día grandes dificultades para vivir de aquello que es. El músico "clásico" tiene, al menos, dos posibilidades de trabajo: profesor o músico de orquesta. En el jazz la dualidad deviene en unidad: profesor. Incluso la unidad es divisible cuando, aun recogida en la ley de enseñanza, todavía no se ha implantado en gran parte de los centros de enseñanza la especialidad de jazz. ¿Qué queda? Prostituirse. Las actividades a las que se ve obligado un músico que carece de esas oportunidades son inclasificables.

La fórmula de formaciones estables en nómina sería producto de la lógica dentro de un Estado coherente. La distancia con ese Estado utópico nos hace ir pasito a pasito en la reclamación. ¿Por qué no generar un ciclo estable en todo el territorio español para el desarrollo de los proyectos? Los auditorios (unidos para la reducción de costes) han conseguido crear un circuito de programación todavía ajeno para el jazz. La posibilidad de realizar varios conciertos en buenas condiciones escénicas por todo el territorio español posibilitaría un entorno digno al músico además de un (re)conocimiento del público. Esa perspectiva facilitaría a su vez el crecimiento "intelectual" de nuestro jazz antes unas mejores perspectivas de trabajo ahora reducidas por un tiempo dedicado a labores ajenas a la creación artística.

Utopías.

José Francisco Tapiz (Diyeipetea) y Carlos Pérez Cruz


HASTA SIEMPRE "GALI" (OCTUBRE 2003)

"(... )Es más que probable que el respetable sotense no conociera al mentado, como sí le conocían los colegas que acudieron al Conde Duque cinco días antes. Aún así, de seguro intuyeron la enormidad artística y humana comprendida en quien apareció de tal guisa, reducido a su quintaesencia, perfectamente irreconocible, vapuleado/abandonado a su escasas fuerzas pero imbuido de su sempiterno espíritu indomable. Y vimos al ciclón de otros tiempos convertido en suave brisa y a su cuarteto reduciendo decibelios hasta transformar el grito en silencio clamoroso. “Great Flamenco & Jazz Music” (“GFJM”). Tocó Gali media hora apenas: quedó exhausto. (... )"

José María García Martínez


DEAD CAPO (SEPTIEMBRE 2003)

Muchas veces hemos oído, nos han comentado o incluso hemos aseverado nosotros mismos que el jazz (y la cultura en  general) en España camina todavía cuarenta años por detrás de países como Francia. Las razones y los ejemplos son diversos. Las razones de ámbito institucional las conocemos de sobra. La ausencia de locales y programaciones son, entre otras, consecuencias de ello. El reciente manifiesto de los músicos de jazz en España no es si no el coro de protesta tantas veces soñado (las razones y soluciones esgrimidas son otro tema ya tratado con anterioridad aquí).

Sin embargo si obviamos la parte de culpa ajena (que es mucho obviar) también el pequeño mundo del jazz en España (fundamentalmente prensa y músicos) debe asumir su cuota de culpabilidad. Los cuarenta años de retraso en este país lo son también estéticos. El jazz que se practica aquí se encuentra mayoritariamente estancado en el lenguaje "be bop". No es que de por sí sea algo malo. La elección estética es muy personal. Allá cada cual. Sin embargo es cuando menos preocupante que el sonido general sea tan clónico.

Quizá sea por una obsesiva fijación en la Universidad de Berklee trasladada aquí por muchos profesores que en su día fueron alumnos y también, todo hay que decirlo, por la magnífica maquinaria propagandística de la escuela. Sea por lo que fuere la música que se está generando (sobre todo en la "East Coast" catalana) no atrae discográficamente (mal menor) y sobre todo no genera contratos de concierto. Aunque resulte curioso que los grupos norteamericanos que sí se contratan tengan ese mismo corte y confección.

Llama la atención la falta de proyectos que salen (con mejor o peor fortuna) de ese camino casi prefijado. Baldo Martínez, Agustí Fernández, Ramón López, Akafree... y ¡Dead Capo! Dead Capo es, hoy por hoy y casi sin ser ellos conscientes, un modelo ejemplificador. Dead Capo es un grupo madrileño que por su peculiaridad sonora es de difícil clasificación. Su música está hecha de un irrespetuoso respeto a clásicos de géneros diversos. No han venido a "imitar a" si no a crear su propio camino lleno de experimentación y de, sobre todo, diversión. Su música, siendo plenamente jazz, es capaz de enganchar a públicos con un mínimo interés en la música sin por ello caer en la concesión facilona.

¿Por qué no seguir ese ejemplo? ¿Por qué no buscar nuevos caminos? El "todo está inventado" es una certeza que se puede discutir con actos. Quedarse estancados y seguir reverenciando a los mismos nombres de siempre terminará por crear telarañas mentales en muchos músicos. Así que, y con el máximo respeto que nos merece la profesión de músicos,... ¡ánimo señores!

José Francisco Tapiz (DJ PTA) y Carlos Pérez Cruz.


LA CUOTA (AGOSTO 2003)

La mayor parte del verano jazzístico 2003 ha tocado a su fin. Por supuesto que agosto acoge todavía algún festival de renombre (Xábia por ejemplo) pero el mayor grueso de festivales ha bajado la persiana hasta el verano que viene. Y la sensación es la misma de todos los años. "Grandes" nombres de multinacional combinados con pocas "voces" realmente interesantes.

Cada festival tiene sus propias características. Sin embargo cada vez son más y más se parecen unos a otros. Son auténticas clonaciones, salvo honrosas excepciones. Poco de jazz y mucho de acto social en torno a nombres que garantizan la presencia de medios y público. Nada nuevo a lo comentado mil y una veces.

La novedad (que en el fondo no es tal) es que sobre estos festivales ha sobrevolado la protesta de nuestros músicos (firmado por músicos, prensa y demás) acerca de la no presencia de españoles en estos. Una protesta que en esta ocasión consta de manifiesto. Un manifiesto que Tomajazz firmó pero creemos tiene ciertos puntos débiles.

No es Tomajazz una revista dedicada a la difusión del jazz español sino del jazz que consideremos (absolutamente de una manera subjetiva) de valor. Con calidad, con creatividad... No miramos el DNI de la música sino lo que de ella emocionalmente obtenemos. Criterios que por supuesto desearíamos comunes en festivales, clubes, medios de comunicación...

Intentar imponer una cuota porcentual de presencia en esos festivales sería un grave error. El porcentaje no garantiza la calidad del evento. La reclamación del jazz español debe estar cimentada en la calidad de los proyectos. Y hoy por hoy, no nos engañemos, salvo unos pocos nombres la generalidad de nuestro jazz aporta muy poco de nuevo.

La protesta es válida siempre que no imponga. La protesta debe servir para la unión, de una vez por todas, de todo el grupo humano que conforma el universo del jazz en España. Una unión beneficiosa para el crecimiento de nuestra música.

Quizá lo importante no sea que los músicos españoles accedan a esos escenarios sino que el dinero generado por estos eventos se reinvierta en infraestructuras o en ayudas a los músicos (no sólo de jazz). Que ese dinero genere una importante actividad durante el curso lectivo y ayude a su vez a la educación del músico y, por qué no decirlo, del público.

Aplaudimos en todo caso las iniciativas de este tipo aunque sólo sea porque nos muestren que hay vida en el desierto. Que haya nombres dispuestos a no conformarse con lo que tenemos. Que se hable, se dialogue y se aporte. En  definitiva que se genere debate en torno a nuestro jazz. Cuantas más voces, mejor.

José Francisco Tapiz (DJ PTA) y Carlos Pérez Cruz.


JULIO 2003

¡Vuelve el mes de verano! ¡Vuelven los festivales de Jazz a inundar la geografía nacional! ¿Festivales? ¡Sí! ¿Jazz? Eso dicen…

Un año tras otro la programación de los festivales de verano sigue incidiendo en una serie de pautas habituales en su programación:

  • La inclusión de figuras que sin tener nada que ver con el jazz son utilizada por los organizadores como punto de atención para los medios de comunicación masivos. ¿Qué hace si no Van Morrison el año pasado en Vitoria y este año en San Sebastián?

  • La abundancia de propuestas de las grandes casas discográficas (Blue Note, Columbia, Verve…) que en muchos casos nada tienen que ver con el jazz. En muchos casos se trata simplemente del lanzamiento de propuestas más propias de la música pop que buscan hacerse un hueco en el mercado por medio de ser presentados con la etiqueta "Jazz".

  • Nombres que se repiten año tras año. Se podría resumir en aquello de los mismos nombres de siempre en distintos festivales. También se da el caso de los mismos nombres en los mismos lugares, como ocurre con Wynton Marsalis y sus visitas cada dos años a Vitoria.

  • La aparición de grupos que desde los Estados Unidos de América del Norte aparecen "ex profeso" para hacer el correspondiente recorrido festivalero por la Vieja Europa con la excusa del homenaje a cualquiera de los grandes nombres del jazz para rellenar sus bolsillos.

  • La práctica ausencia de propuestas europeas (y por tanto hispanas), creativas o no. Podría dar la impresión de que hay quien piensa cerrilmente que para poder tocar jazz como dios y Berklee mandan hay que ser norteamericano.

A pesar de todo esto, ¿existen los motivos de queja? Si se mide la calidad de las propuestas festivalero-estivales por medio de la asistencia de público (en muchos casos más que notable) y se busca las opiniones de los expertos expresadas en los medios de comunicación, lo mismo da que sean masivos que especializados, casi siempre más que dispuestas a no expresar desacuerdo alguno (al menos en público y negro sobre blanco) con ninguna de las propuestas de esos festivales, pudiera dar la impresión de que toda queja por parte de los aficionados parece superflua e inútil ante los oídos de sus responsables.

A pesar del desolador panorama quedan recursos a los aficionados. Expresar las quejas ante el proceder de los programadores de los festivales, realizar una selección de aquellas propuestas musicales con las que se pretende disfrutar y acudir a una serie de festivales (en muchos casos con la ausencia del apellido Jazz en su denominación) que se preocupan por mostrar el estado actual de la música creativa y no una rancia foto de la actualidad… de hace cuarenta años.

 Carlos Pérez Cruz, José Francisco Tapiz y algún aficionado más


JUNIO 2003

“Cualquiera que tenga el deseo y los medios económicos para hacer realidad dicho deseo, puede dominar la técnica, y todas las técnicas en la música clásica están codificadas. Cambian más o menos cada 20 años. Lo que hace que el jazz sea tan interesante es que cada hombre es su propia academia”.

 

"Anybody having the desire and the economic means to subsidise that desire, can master technique, and the techniques of classical music area all standardised. They changed every twenty years or so. The thing that makes jazz so interesting is that each man is his own academy".

 

Cecil Taylor

p. 51. As Serious As Your Life, Valerie Wilmer, ed. Serpent’s Tail, Londres, 1992 (edición original de 1977).

Traducido por Diego Sánchez Cascado


MAYO 2003

La personalidad, la creatividad o el riesgo son algunos de los valores que esta web (y su programa radiofónico hermano, "Club de Jazz") ha valorado a la hora de tratar los temas y nombres que mes a mes (día a día)  aparecen en nuestra (vuestra) página (y programa). Valores que se anteponen en tratamiento al origen geográfico o discográfico (multinacional - pequeña discográfica) de la música.

Sin embargo cierto es que tratándose de una página hecha desde un rincón de la península ibérica uno de los campos que tratamos de mimar es el de "nuestro" jazz. Se puede caer en la autocomplacencia o dejar patriotismos para el mundo militar (¿para cuando la destrucción de las armas?). No podemos perder la perspectiva y dar por bueno todo lo hecho aquí por un apoyo que resultaría perjudicial para nuestro propio desarrollo cultural.

Una de las críticas más comunes a "nuestros" músicos habla de falta de personalidad, creatividad y riesgo en los proyectos. Curiosamente tres de esos valores impulsores de Tomajazz. Reiteración de clichés y una estética revisionista propia del común de los proyectos habituales "made in USA" (cuando menos aquellos que cuentan con el apoyo (¿?) multinacional de la propaganda (¿?)). ¿Es este seguimiento consciente, motivado por una decisión personal o producto de factores externos?

Resulta obvio que durante muchos años el jazz ( o las músicas que han sido catalogadas bajo este distintivo de estantería ) se ha desarrollado en USA, ya que allí parece ser (según cuentan) nació esta música. Pero da la sensación de que el guante de la evolución, de la experimentación, lo ha recogido Europa en los últimos (y no tan últimos) tiempos. Quizá una mayor tradición musical y folklórica enriquece el lenguaje del jazz a la vez que la coincidencia en el nacimiento del jazz con el desarrollo de la mal llamada (como casi siempre en arte) música Contemporánea. La Contemporánea ofrece en muchos casos una experimentación sonora similar en resultado a la que los improvisadores de vanguardia (¿?) ofrecen en su quehacer. Y esto, sin embargo, parece quedar un tanto lejos de lo que el músico de jazz de nuestro territorio hace.  

Salvo nombres muy concretos (con Agustí Fernández y Ramón López quizá como mayores exponentes) la realidad sonora del jazz ibérico (e insular) queda ceñido a un lenguaje be-bop o hard-bop que el árbol genealógico del jazz sitúa en la rama de los 40 y 50. Incluso la riqueza folklórica parece ceñirse aquí a lo flamenco (excepciones en nombres como Baldo Martínez o Josetxo Goia-Aribe) y en muchos casos en formas que casan con el más puro lenguaje bop.

Las razones pueden ser múltiples y variadas. Una de ellas encuentra en nuestra todavía embrionaria enseñanza jazzística una de las respuestas. Otra en la propuesta festivalera de "productos" cortados por el mismo patrón. E incluso los medios de comunicación podemos tener parte de la culpa (¿?) al programar y escribir en la mayoría de los casos desde el desconocimiento guiados por una serie de patrones que damos por buenos (algo que el ciudadano de calle transmite en las esporádicas ocasiones en las que la palabra jazz brota de sus labios).

Que estos sean o no factores determinantes en la elección estética de un músico no es fácil de resolver. Claro está en todo caso que la inquietud a la hora de conocer posibilita acceder a un mayor número de idiomas improvisatorios que uno podrá o no incorporar a su lenguaje de expresión. Que los medios faciliten ese acceso es otra historia.

Sea una cuestión de desconocimiento o de elección resulta obvio que ser músico de jazz ibérico (e insular) significa riesgo en sí mismo. La precariedad laboral (¿?), la falta de circuitos,etc,etc... obligan a buscar segundas e incluso terceras labores (clases, orquestas de baile o televisión... ) que no facilitan un espacio de tiempo quizá necesario para el desarrollo creativo del músico.

Que estas sean o no excusas válidas siguen siendo cuestiones para un largo debate. O quizá no haya nada que debatir.

José Francisco Tapiz (DJ PTA) y Carlos Pérez Cruz.


 ABRIL 2003

¡Qué pocas cosas cambian en la humanidad! La avaricia o el poder son los valores que continúan moviendo al ser humano. Valores que tiñen nuestra historia del rojo de la sangre teñida de violencia.

La vida sigue igual. El continente cambia, que no el contenido. La guerra sigue siendo la misma que fue, es y será. El continente fue en su día una lanza ahora convertida en misiles de destrucción masiva (precisamente masiva). Son las cosas del capitalismo. Economías del armamento que alimentan las bolsas a costa del odio.  

En todo caso sentimos no coincidir con la ministra Palacio. Nuestra ética no camina en paralelo a la bajada del precio de la gasolina o a la subida de las bolsas. Una vez más y en pleno desarrollo de la guerra (a la hora de redactar estas líneas) nuestro más rotundo¡ NO A LAS GUERRAS!

Difícil se hace hablar de creatividad en tiempos de barbarie. Difícil hablar de jazz, aunque cierto es que la barbarie no tiene fecha de inicio en esta guerra, si no que el desarrollo artístico siempre camina en paralelo a la perpetua barbarie.

Aquí en casa (Pamplona - Iruña) tenemos tres días de jazz en este mes de abril. Jazz en la cafetería (que el pasado año fue en comedor) de la Universidad Pública. Dicen que menos da una piedra, aunque poco dice la programación en una cafetería universitaria de la dignidad otorgada por dicha institución de enseñanza al jazz. Jazz como hilo musical al café hormonal de la Universidad.

En fin, primavera que camina hacia nuestro tópico verano de típicos festivales. ¿A cuánto estará la bolsa entonces?

Patxi Tapiz (DJ PTA) y Carlos Pérez


MARZO 2003

Una de las esencias del jazz quizás radique en su falta de popularidad. Aunque nuestra aspiración como comunicadores de la música de la creatividad sea su popularización, experiencias como las vividas en Huesca el pasado 22 de febrero le reafirman a uno en la belleza de lo minoritario. La belleza que esconde aquello que se encuentra virgen de maniqueos, de manipulaciones e imágenes de estudiado diseño.

La primera visita de Ken Vandermark a España (Huesca el 22 y Barcelona el 23) nos mostró esa cara de la música de la improvisación (al menos en Huesca... Barcelona fue otro cantar). En Huesca la música consiguió juntar a una veintena de amigos que desde toda España confluímos en ese oasis del desierto que es esta ciudad de escasos 50000 habitantes. 20 amigos que desde luego no acudimos disuadidos por complejas campañas de marketing sino a la búsqueda de la música en esencia. La música desde el sentimiento creativo. Y a fe que lo encontramos. La encontramos en el concierto y la encontramos en el post-concierto. La humanidad de unos creadores asombrados por el recibimiento en tan lejano país.

También febrero nos dejó una cita para nuestra particular historia. El "Club de Jazz", programa radiofónico para Navarra (98. 3 FM) y para el mundo (www. tomajazz. com/clubdejazz) cumplía dos años en antena. Con tan fausto motivo el programa reunió en una noche para el recuerdo a 24 músicos sobre el escenario de un pub de la nocturnidad pamplonesa. Cuatro horas de música que en lo local claman al cielo de la desesperación jazzística. ¿Se puede seguir pensando que no vivimos en una comunidad jazzística cuando en una noche (laboral) se juntan 24 músicos en escena (y no estaban todos) y se reunen 300 personas para abarrotar un local?. Supongo que sí, que cuando la realidad se haga lunes (día odiado por antonomasia) nos volveremos a encontrar un panorama ensombrecido por la incapacidad política cultural (¿cuándo dejarán de ir unidas ambas palabras?) y por la insensibilidad de una mayoría de incapaces programadores. Pero al menos... que nos quiten lo "bailao".

Pero la reflexión no da lugar al parón. La actividad sigue y en marzo el jazz es Terrassa y son también esos cientos de conciertos anónimos (la mayoría siguen sin saber anunciarse) que se desarrollan de manera cuasiclandestina en las noches de nuestro jazz. Tal vez algún día pasen a formar parte de nuestra vida cultural... sólo tal vez.

Mientras tanto, que ustedes lo disfruten

Patxi Tapiz (DJ PTA) y Carlos Pérez


FEBRERO 2003

El mes más corto del año, febrero, nos deja el sábado 22 y el domingo 23  como citas ineludibles en el calendario jazzista de nuestro territorio. Una cita con el saxo de Ken Vandermark, músico que se ha convertido con el paso del tiempo en uno de los estandartes de esta página llamada Tomajazz.   Estandarte junto a Ramón López (batería alicantino residente en París) quizá como una doble intención reivindicativa. Por un lado Ken como saxofonista que representa desde fuera de nuestras fronteras una manera transgresora de entender la música de la creatividad. Música que (¡ al fin !) llega a nuestro territorio vía Huesca y Barcelona. Una manera creativa alejada de las habituales propuestas de estandarización sonora a las que nos acostumbran festivales veraniegos y otoñales. ¿Acaso oasis en el desierto?... Huesca empieza a obtener categoría de oasis por méritos propios.

El nombre de Ramón López se convierte en estandarte por razones obvias. Pertenece a la cada vez menos extraña "raza" de improvisadores ibéricos. Su fuga hace 18 años a tierras parisinas representa las miserias culturales de un país que comienza a acostumbrarse a la manipulación política... la misma que niega mierdas marítimas y bombardea con su pensamiento territorios de pobreza en pos del enriquecimiento. A sus ojos somos oasis de bondades culturales.

No nos queda más que invitaros a daros un paseo por este territorio inexplorado de la creatividad en la red que pretende ser Tomajazz. Un rincón para mentes inquietas abierto a tu pensamiento y colaboración... sin tijeras. Un rincón que continúa Caiga Quien Caiga gracias al aliento que suponen las más de 10000 visitas mensuales que arrojan estadísticas de últimos meses. Estadísticas que enriquecen nuestro empeño... que no nuestro bolsillo.

Un saludo y buen jazz a todos

Patxi Tapiz (DJ PTA) y Carlos Pérez


ENERO 2003

"DONDE SEA QUE ESTEMOS, LO QUE OIMOS ES RUIDO PRINCIPALMENTE. CUANDO LO IGNORAMOS, NOS MOLESTA. CUANDO LO ESCUCHAMOS, LO ENCONTRAMOS FASCINANTE" / "WHEREVER WE ARE, WHAT WE HEAR IS MOSTLY NOISE. WHEN WE IGNORE IT, IT DISTURBS US. WHEN WE LISTEN TO IT, WE FIND IT FASCINATING" JOHN CAGE


DICIEMBRE 2002

Se acaba el año, con todo lo bueno y todo lo malo... y no, no vamos a dar una lista de premios a lo mejor o a lo peor. Quizás si una extensa lista con una parte de lo muy bueno y destacable que se ha producido este año... quizás y no necesariamente.  

De cualquier modo, por encima de multinacionales a veces más empeñadas en revivir a base de viejas y heroicas glorias (y las hay grandes, de las que llegan a las grandes superficies y las hay pequeñas que venden su oferta por medio de Internet) está la creatividad del presente (en muchos casos, la mayoría, continuando con ideas del pasado).  

Complicada es esa labor ya que en todo momento están presentes obras interesantes, creativas, rompedoras, continuadoras de tradiciones y sin duda muestra del trabajo y creatividad de muy buenos músicos. Y sin duda el brillo del disco recién escuchado y estrenado apaga el brillo del que tomó ese papel hace unos meses.  

En fin, a disfrutar de los buenos discos y de la buena música, sean nuevas ediciones, reediciones, descubrimientos o redescubrimientos.

José Francisco Tapiz


NOVIEMBRE 2002

¿A alguien le importa lo que está aquí (en esta página, en este espacio) presente? 

Me gustaría pensar que si. Motivos los hay. Un número de visitantes que se incrementa mes a mes, correos de felicitación, sugiriendo nuevas secciones y lo más importante colaborando (en el diseño, en proporcionar nuevo e interesante material, en entrevistar, en traducir, en llevar adelante secciones, de muchos modos y maneras). Y sin embargo una parte importante, muy importante ahí está impertérrita ante esta labor. Una gran parte de los músicos que cómo nos van a poner en una lista de correo para que podamos anunciar sus actuaciones. Por otra parte bastantes organizadores de conciertos que o bien confiando en una labor de promoción que quizás suponen debieran hacer los músicos o bien no confiando en lo que aquí es ya un presente también se dedican no ya a procurar que podamos acudir a los distintos conciertos, sino al propio hecho de hacernos llegar esa valiosa información.  

En fin, qué se le va a hacer... quizás algún día... mientras tanto aquí seguimos al pie del cañón un montón de gente, procurando mejorar esto día a día y lográndolo sin que una mínima publicidad permita al visitante desviarse de nuestro deseo: que encuentre información interesante y actual sobre esa música maravillosa que es el jazz.  

A todos los colaboradores muchas gracias y prometer que aquí seguimos con nuestra labor.

José Francisco Tapiz


OCTUBRE 2002

De vez en cuando una voz recorre el panorama del jazz... más que una voz una afirmación. El jazz está muerto... Allí está esa afirmación que uno la ha oído pronunciar por aficionados y por músicos que pertenecen tanto a la escena del latin-jazz o de la música libre-improvisada. ¿Es cierto o no es cierto? . ¿Realmente el jazz en estos momentos es una recreación de fórmulas de hace más de 35 años o ciertamente hay un sustrato creativo bajo él?. ¿Es posible crear e innovar contínuamente y rompiendo con toda la herencia del pasado "ad infinitum"?. ¿Falta realmente una nueva figura actual que catalice toda esa creatividad aparentemente en estado de hibernación?.  

Preguntas con o sin respuesta. De cualquier modo ahora mismo estamos en esa propia historia del jazz. Y quizás sea sólo un problema tanto de perspectiva (pasada, presente y futura) como de situación (en la que estamos y la que nos gustaría/convendría estar).   Dicho de otro modo, cuestiones abiertas, tanto en respuestas como en discusión. Se admiten opiniones, razonamientos... comunicación.

José Francisco Tapiz


SEPTIEMBRE 2002

Llama la atención lo peliagudo de exponer al público la música que habitualmente se puede encuadrar dentro del amplio, basto, extenso y por tanto incompleto término "jazz". Resulta que para que un festival tenga su cierto éxito (y lo tiene por lo visto) debe ser encabezado por músicos que aparentemente nada tienen que ven con él (véase James Brown o Van Morrison este mismo año en San Sebastián y Vitoria sin ir mucho más lejos). Y es curioso también que conciertos de música que queda encuadrada dentro del jazz más por comodidad de críticos acomodaticios, gustosos de la taxonomía, que por otra causa tienen un cierto éxito de público debido a que no son vendidos precisamente como jazz (o música improvisada "per se") sino que son ofertados dentro de ciclos de música con una oferta abierta (véase el apartado de Conciertos, con la actuación de Ramón López hace unos días en Barañain, un pueblo navarro en www.tomajazz.com/clubdejazz/conciertos).

En muchos casos los aficionados echamos la culpa de parte de lo que pasa a los programadores de festivales, conciertos y demás eventos jazzísticos. Sin embargo, tengo mis sospechas de que debido a los intereses de casas discográficas y medios de comunicación el espectador medio tiene un pequeño filtro en su cerebro que rechaza todo aquello que tenga que ver con la maldita palabra "jazz", aunque cuando llevados por la curiosidad de la oferta de un músico dentro de un ciclo en el que se va a escuchar de todo son capaces de disfrutar y permanecer atencos con una propuesta tan inusual y "arriesgada" como es una hora de batería improvisada por un músico como Ramón López.

El pensamiento positivo saca conclusiones muy satisfactorias con esto. Pero mi pensamiento negativo me dice que esto va a ser muy difícil de cambiar. Veremos. De momento, aquí seguimos, un montón de gente aportando un pequeño granito en el dar a conocer otro tipo de músicas y a otros músicos más allá de los que inundan las emisoras de radio y las cadenas televisivas: gracias a todos.

José Francisco Tapiz


AGOSTO 2002

Agosto por fin, los festivales más populares ya van teniendo lugar, algunos han acabado otros están por llegar y en la mente la sensación de todos los años: siempre vienen los mismos, siempre vienen del mismo sitio y la mayoría de las veces se dedican a pasear unos rentables cadáveres por los escenarios con la complacencia de organizadores (ellos los contratan), medios de comunicación (ellos los ensalzan) y aficionados (ellos siguen acudiendo a los conciertos). Otra sensación es el porqué se llama festivales de Jazz a unos lugares dónde muchas veces el jazz es justamente un nombre, una etiqueta de calidad ya que lo que ofertado (véase James Brown, Van Morrison y muchos otros) nada tienen que ver con el jazz y la música creativa.  

De cualquier modo surgen honrosas excepciones. Servidor ha sido testigo de lo que puede dar de sí una carta blanca de tres conciertos por una importante figura como es Dave Douglas o un impresionante conciertode un pianista en plena madurez (65 años) como es Andrew Hill, sin ningún tipo de concesión al público, dedicado en cuerpo y alma en un concierto sublime. Quizás esa sea la dirección de valentía por la que debieran optar los festivales si no quieren que en unos años pierdan el apellido de Jazz por cualquier otro apelativo. Y es que por lo que parece, para muchos esa palabra es un simple reclamo.  

José Francisco Tapiz


JULIO 2002

Julio es el mes por excelencia del jazz en directo en España y en Europa... al menos para el gran público y de cara a los medios de comunicación. Referido a los festivales de jazz en España, vuelve la cuestión sobre la presencia de los artistas nacionales en ellos. Estos eventos se encuentran poblados por figuras extranjeras que un verano y otro se dedican a recorrer la geografía europea de festival en festival.  

En muchos casos nos encontramos a los mismos de siempre con lo de siempre. Visto de este modo sí que sería deseable una cierta apertura a otro tipo de propuestas que desde el ámbito nacional nos hacen unos cuantos artistas y que en alguno de los casos tienen un nivel que en absoluto es envidiable al que tan idolatradas figuras foráneas nos presentan en su visita anual... y también a otro tipo de ofertas de carácter internacional. También vuelve a ser discutible la presencia de ciertas ofertas en los festivales que nada tienen que ver con el jazz...  

En el fondo da la impresión de existir mucho miedo: miedo a una propuesta que se salga de lo más trillado, miedo a que desde los medios de comunicación no se dediquen los 5 minutos de rigor a la actuación de la pertinente pop-star, miedo y prejuicio a que lo nacional continúa siendo mucho peor que lo extranjero. No obstante, como cuestión de fondo continúa la cuestión de saber vender el producto por parte de nuestros artistas... y ciertamente en muchos casos lo hacen pero que bastante mal.

José Francisco Tapiz


Volver al Editorial