27e Festival Jazzèbre
- Airelle Besson & Nelson Veras
- Fecha: Viernes, 02 de octubre de 2015
- Lugar: Château de Prat de Cest (Prat de Cest)
- Componentes:
Airelle Besson & Nelson Veras
Airelle Besson, trompeta
Nelson Veras, guitarra
- Cie Happés, Mélisa Von Vepy et Stephan Oliva
- Fecha: Sábado, 03 de setiembre de 2015
- Lugar: Théâtre de L’Archipel-Le Carré (Perpignan)
- Componentes:
Cie Happés, Mélisa Von Vepy et Stephan Oliva
Mélissa Von Vepy, performance aérea y escenografía
Stephan Oliva, piano y composición musical
Claude Tchamitchian, contrabajo
Ramón López, batería
Christophe Monniot, electrónica, saxo sopranino, alto y barítono
- Trio Barolo
- Fecha: Sábado, 10 de octubre de 2015
- Lugar: Caves Ecoiffier, Pole Machado (Alenya)
- Componentes:
Trio Barolo
Rémy Poulakis, acordeón y voz
Loïc Bachevillier, trombón
Philippe Euvrad, contrabajo
- Brad Mehldau
- Fecha: Sábado, 10 de octubre de 2015
- Lugar: Théâtre de L’Archipiel-Le Grenat (Perpignan)
- Componentes:
Brad Mehldau, piano
- Donkey Monkey
- Fecha: Martes, 13 de octubre de 2015
- Lugar: Conservatoire à Rayonnement Régional (Perpignan)
- Componentes :
Donkey Monkey
Eve Risser, piano y voz
Yuko Oshima, batería, electrónica y voz
- Orchestre National de Jazz
- Fecha: Martes, 13 de octubre de 2015
- Lugar: Conservatoire à Rayonnement Régional (Perpignan)
- Componentes:
Olivier Benoit, guitarra y dirección
Jean Dousteyssier, clarinetes
Alexandre Grimal, saxo tenor
Hugues Mayot, saxo alto
Fabrice Martínez, trompeta
Fidel Fourneyron, trombón
Théo Ceccaldi, violín
Sophie Agnel, piano
Paul Brousseau, teclados
Sylvain Daniel, bajo eléctrico
Eric Echampard, batería
Comentario:
La trompetista Airelle Besson y el guitarrista Nelson Veras presentaron buena parte del temario de de su primer trabajo discográfico a dúo, Prelude (Naïve, 2014), temas en su mayor parte compuestos por Besson. Ambos son poseedores de un remarcable currículum. Airelle ha sido galardonada con el premio músico del 2014, Django Reinhardt de l’Académie du Jazz (galardón que en las dos ediciones anteriores recayó primero a Emile Parisien y después en Vincent Peirani).
La primera referencia de la trompetista, para el que suscribe, fue el interesante rockingchair (2007), primer trabajo discográfico del cuarteto homónimo, que colideraba con el saxofonista Sylvain Rifflet, y de Nelson Veras la colaboración con Steve Coleman, saxofonista muy valorado en el hexágono francés.
En la sala abovedada de los productores de vino del Château de Prat de Cest ofrecieron un concierto que podríamos calificar de cámara, con Besson ejerciendo, en su mayor parte, de solista, mientras Veras iba tejiendo un discreto y sutil entramado rítmico-melódico, con escasos solos a lo largo de la actuación.
Una propuesta fraseada, nítida con una interesante dinámica, como si se tratara de dos mundos paralelos. Un trabajo más bien desnudo y sin sobrecarga de notas, ni de vedetismos.
Entre los temas interpretados podemos destacar “Neige”, un tema en el interior de otro, y las dos pequeñas joyas, ambas empezadas de forma silbada en la boquilla de la trompeta, la balada “Lulea’s Sunset” y, la casi nana, “Time to say goodbye”. Hacia el final de la velada tuvieron un recuerdo para el compositor y trompetista fallecido Kenny Wheeler.
Al día siguiente, en la sala pequeña del Teatro de L’Archipiel, asistimos a la puesta en escena de la gran joya del festival, un proyecto remarcable desde diferentes perspectivas, tanto desde la musical como la plástica, tanto desde su concepción como desde su plasmación. Un trabajo conceptual, de los que te atrapan y te van dejando boquiabierto desde el primer minuto, de los que sales muy positivamente diferente de cómo entraste.
“J’ai horreur du printemps” es el título de la propuesta de la Cie Happés, un engranaje, perfectamente armonizado, de música y trapecio/teatro, funcionando como un todo único.
Con una partitura creada específicamente para este proyecto, por el pianista y compositor Stephan Oliva, que contó, en directo, con la complicidad del contrabajista Claude Tchamitchian, los artilugios percusivos de Ramón López y los saxos de Christophe Monniot, una nómina musical de aúpa y señor mío con un resultado de valor exponencial. La interpretación de la escritura musical con sus correspondientes solos ya sería totalmente válida por sí misma.
Pero, además, consta de la también excelente parte plástica, desarrollada/interpretada por la trapecista Mélissa Von Vepy, que define su trabajo como teatro vertical o como performance aérea. Una performance con la música y la integración/desintegración de la artista con las imágenes proyectadas, algunas de ellas como pequeñas animaciones, correspondientes a una selección, con el orden variado, del cómic Le petit cirque de Fred ( Frédéric Othon Théodore Aristidès, 1931-2013).
En el Jazzèbre de 2012, y en el mismo espacio, Oliva y Von Vepy nos dejaron totalmente cautivados con su trabajo a dueto “Miroir, Miroir”.
Las imágenes que ilustran los comentarios de este proyecto fueron realizadas durante la prueba de sonido, al no estar permitidas en el espectáculo. También se nos pidió, por parte de la compañía, no realizar ninguna fotografía de las proyecciones, debido a los derechos de autor de los dibujos del cómic.
Las músicas del mundo, con especial matiz en las mediterráneas, el jazz y la improvisación, son las coordenadas básicas con las cuales el Trio Barolo da forma a su discurso musical. Un discurso de gran vitalidad y calado, extravertido, melódico, comunicativo y balsámico.
El trío debe su nombre al vino homónimo que se produce en el norte de Italia. Grupo que cuenta con el hiperactivo Rémy Poulakis al acordeón y a la voz, que la conduce, de forma excelente, tanto por los senderos de la lírica como los del scat jazzístico (lo habíamos podido escuchar y disfrutar, como miembro del grupo Imperial Orphéon, en la edición del 2013 de Jazzèbre, así como este verano en el festival de Jazz à Junas). Un músico con un gran dominio instrumental, que conjuga simultáneamente y a la perfección el acordeón con el canto, sea este lírico o no.
En Alenya, el trío no pudo contar, por la defunción de un familiar, con la voz y el trombón de unos de sus vértices básicos, Francesco Castellani, que tuvo de ser sustituido en el último momento por el joven trombonista Loïc Bachevillier, que demostró, teniendo en cuenta las circunstancias, una adaptación substanciosa, tanto frente a las partituras como en las improvisaciones, así como en la conjunción con sus dos compañeros.
Al grupo lo aúna, lo redondea, el contrabajista Philippe Euvrard, que es el autor de la casi mitad de los temas del primer trabajo discográfico del grupo, entre ellos el que le da título, Le ballet des airs (Ana, 2013).
Del repertorio del concierto podríamos destacar: “Mike P” (composición de Philippe Petrucciani para su hermano Michel), el tema brasileño “Beija Flor”, “Una furtiva lagrima” de Gaetano Donizetti con Rémy a la voz lírica, tema bandera del acordeonista, “Barolo” o el explícito, en la tanda de bises, “Buona notte”, estos últimos pertenecientes a su disco.
Un exquisito coupage melódico de resultado plenamente vigorizante.
Entre la fotografía precedente y la posterior hay un intervalo de un par de horas, unos veinte más que la actuación de Brad Mehldau, en el escenario mayor del teatro de l’Archipel, a piano solo, un Steinway, sentado en una banqueta situada a nivel bajo, tal como se puede apreciar en las dos instantáneas.
Conocida es, de sobras, la alergia del pianista estadounidense hacía las cámaras de fotos y de vídeo. Evidentemente cada uno es muy libre de dejarse, o no, fotografiar o filmar.
Una actuación formada por seis temas y tres bises, un repertorio por el que pasaron composiciones de Neil Young, The Beach Boys o Wes Montgomery, y en la tanda de bises el standard “How long has this been going on”. Algunos de los temas llevados a una simplificación extrema, que podrían funcionar perfectamente, dicho sin el menor tono peyorativo, para una banda sonora de sobremesa.
Una actuación que a tenor de los aplausos convenció a la mayoría del público que abarrotaba la sala, más allá de algunas deserciones puntuales.
Un piano solo con evidentes desarrollos “popis” con cierto regusto clasicista, sin obviar las derivadas minimalistas y repetitivas.
A gusto de uno, mediada la actuación todo empezó a encuadrarse en una especie de bucle, repetitivo e incluso anodino, con las consabidas poses transcendentes del músico.
He de reconocer, limitaciones de uno, que últimamente con Mehldau me sucede algo parecido como con Wynton Marsalis, que a pesar de ser dos músicos de gran talento, una vez pasada la media hora de sus conciertos, no me seducen y voy desconectando paulatinamente.
Tres días después, el martes trece, en el Conservatoire à Rayonnement Régional, teníamos un programa doble, a modo de relato corto y novela. Una primera parte, de apenas 45 minutos, con el dueto franco japonés Donkey Monkey (que habíamos visto en el Temple de Junas con una temperatura veraniega nada apropiada), formado por la cantante y baterista Yuko Oshima y la pianista y cantante Eve Risser (pianista de la penúltima formación de la ONJ, la dirigida por el contrabajista Daniel Yviniec, con la que grabó los recomendables Around Robert Wyatt y Shut Up And Dance, este último con composiciones de John Hollenbeck).
Desgranaron parte de su único trabajo discográfico Hanakana (2011). Una mezcolanza conceptual y formalmente ecléctica, desde “Can’t get my motor to start” de Carla Bley, hasta el tributo a Geörgie Ligeti titulado “Chaconne”, pasando por el explícito “Blues nippon”, el juego silábico en el tema que da título a su CD o, en el bis, el pop-punkie finalizado a modo The Beach Boys “Wonky Monkey Boogie”, sin olvidar la pieza de corte más contemporáneo en la que Risser intercaló trozos de cinta adhesiva en las cuerdas de su piano.
Una propuesta no exenta de su buen aire juvenil, extrovertida, pero, quizás, demasiado dispersa, resultando un simpático y singular prólogo.
Como cierre de la jornada, otra gran joya de esta edición, Europa Berlín, segundo proyecto de la Orchestre National de Jazz bajo la dirección de Olivier Benoit. Primero tuvimos, en el 2014, Europa Paris, y el tercero, ya anunciado, será Europa Rome.
En Perpignan actuaron con la misma formación con la que grabaron los dos primeros trabajos, con la única baja de Bruno Chevillon, director artístico, bajo y contrabajo, que fue sustituido por el nuevo miembro de la orquesta, el bajista eléctrico Sylvain Daniel, que también lo había sido de la anterior versión de la ONJ, la dirigida por el bajista Daniel Yvinec, donde coincidió con la pianista Eve Risser.
La reciente ONJ es sin duda una de las grandes orquestas actuales que se desplazan por los escenarios jazzísticos, desgraciadamente sin llegar a cruzar nuestras respectivas fronteras, que en este campo son como auténticas murallas.
Elaboran un tramado denso, bien denso, a base de proporciones desiguales de rock, música repetitiva, jazz e improvisación, preñado de manifiesta contemporaneidad. Una orquesta formada por once músicos contrastados, de diferente edad, cada uno de ellos con sus respectivos proyectos personales y a su vez cabalgando en otras propuestas colectivas.
En el conservatorio rosellonés interpretaron la práctica totalidad de su segundo proyecto, más allá de pequeños cambios en su orden. Un Europa Berlín, como su precedente con todos los temas compuestos y arreglados por Olivier Benoit
La orquesta es una máquina que funciona a la máxima perfección, con cambios trepidantes, capas superpuestas, variedad de timbres, colores y texturas, con una dinámica de vértigo y unos solos suculentos, por citar uno, el, excelente y portentoso, de Fabrice Martínez a la trompeta, sin desmerecer por ello, ni mucho menos, los de Sophie Agnel, piano, Alexandra Grimal, saxo tenor, Théo Ceccaldi, violín,…, y bien propulsado por la musculosidad incansable de la batería de Eric Echampard.
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Esta ha sido la segunda ocasión en que hemos podido asistir a uno de sus directos, el primero en el 2014 en Jazz à Luz con su proyecto inicial, y en los dos hemos quedado bien atrapados desde su despegue hasta bastante después de su aterrizaje. Quedamos a la espera de su tercera propuesta.
Texto y fotografías: © Joan Cortès, 2016
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